¿Qué es un metagastronómo? Si alguna vez ha pisado un congreso gastronómico verá que está plagado de metagastronómos. Alrededor de unas cuantas marcas expositoras, bajo el paragüas de alguna administración con mucho dinero para malgastar y al calor de unas figuras relevantes de la cocina ( cocineros encantados de salir en portada de lo que sea) , se agolpan una serie de figuras que analizan y aplauden lo absurdo, comen de gorra y adoran al becerro de oro de la gastronomía patria. Nada importa si lo que se explica o se hace es una pura pantomima, una caricatura del mundo de la alimentación en tiempos de vacas gordas, lo que cuenta es acercarse lo máximo posible a una cámara, a la tribuna adecuada para que se le otorgue el papel de sabio en una rama del conocimiento llamada gastronomía sin haber leído jamás nada que no sea la minuta de restaurantes muy caros.
Mi apreciado Ignasi Riera me envió hace algunas semanas un libro de Víctor Canicio con el rimbombante título de El Congreso de los Metagastrónomos, publicado por la Editorial Monflorit. Siempre agradezco que los amigos me envíen buenas dosis de sentido del humor, sobre todo en este mundo elitista y ultrapedante de la gastronomía entendida como algo reservado a unos cuantos adscritos al régimen dictatorial alimenticio de turno, pues, como decía otro ilustre paladar, el severo Pla, con la edad aprendemos que debemos rodearnos sólo de aquellos que nos enseñan algo y de los que nos hacen reír.
Esta novela de gentes autodenominadas gastronómos- para el autor, metagastronómos y aledaños– , novela policiaca, para más señas, está plagada de figuras reales pasadas por el tamiz de la ironía (Adrián Ferràn, chef del Bulla & Besa), consejeros y políticos adscritos al carro de pomposos congresos, personajes literarios como Pepe Carvalho y algún que otro gastrónomo convencido reducido a la ridiculez de un saber minoritario y exclusivo.
Unos cuantos asesinatos adornan la trama ( un fiambre flambeado con absenta, un congresista atiborrado con cianuro) de este divertimento donde nada es lo que parece y lo único serio es la lucidez de quien escribe.