La Monumental cierra sus puertas y los aficionados catalanes a las corridas de toros andan llorando por las esquinas. Las últimas fotos de José Tomás en el coso catalán empiezan a cotizar en un incipiente mercado negro que los Mossos d’Esquadra persiguen en la llamada “Operación Osborne”. Catalunya se queda sin corridas y se limita a soltar a unos cuantos brous por las calles de los pueblos para que los lugareños beodos los persigan, apaleen y disfruten con el acoso y derribo de un animal asustado por una turba de salvajes con fuertes convicciones pro derechos de los animales. Mientras tanto, la voluntad popular se impone, la democracia- dicen- sale ganando, los parlamentarios , amantes de carísimos safaris y sus señoras adornadas con pellizas, se frotan las manos pensando en el futuro de una plaza reconvertida en centro comercial, sede de la Casa Cultural de Bielorrusia, Centro de Estudios de les Homilies d’Organyà o cualquier otra cosa subvencionada por la administración que no huela a Fiesta Nacional ( española).
Así, por voluntad popular- dicen- se cierra una puerta más al españolismo rancio, brutal y obsoleto que es el culpable de todos nuestros males.
Habrá que esperar, a este paso, si el Parlament invocará a la voluntad popular para prohibir las patatas bravas y la tortilla española y la convertirá, por decreto ley, en un trinxat de la Cerdanya, el sabrosísimo rabo de toro se multará con una aportación económica a los partidos ecologistas, el tapeo se penará con sanciones del tipo participar durante un año en colles sardanistes, voluntariados en grupos de Castellers de Valls, o caminatas mensuales hasta el santuario de La Moreneta; la sangría está llamada a desaparecer para promocionar les Herbes de Montserrat (CIU está ya en tratos con el departamento comercial del Monasterio), el jamón pata negra dejará su puesto al salchichón de Vic, la siesta será prohibida y los catalanes pasarán sus horas de asueto viendo películas dobladas al catalán, el Quijote dejará de ser lectura obligatoria y la policía cultural autonómica registrará casa por casa para comprobar que todas las familias catalanas disponen de un ejemplar de las obras completas de Jacint Verdaguer, los funcionarios deberán contar- todos- con el nivel D de catalán ( que Dios los pille confesados!) y se saludarán con el “bon día “ de la canción del Pets.
Sólo entonces, Catalunya será una Nació, pobre, pero Nació.