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Biografía

EL CAPÓN GALLEGO: EL POLLO PRIVILEGIADO

pollo navidda 7

¿Quién no recuerda una cena de Nochebuena mirando embelesado el enorme y cebado  pollo que  se doraba en el horno, pasmado ante un animal de granja con tanta presencia y majestuosidad? Ese animal de pluma, que en algunos casos se compraba vivo, luciendo todo su plumaje cual vedette de largas piernas, era ni más ni menos que un ejemplar de Capón de Vilalba que acababa sus días entre panderetas y turrones. Dios lo tenga en su gloria.

Estos ejemplares  son, dentro de la familia de gallináceas y demás aves de corral, unos privilegiados que pasan su existencia comiendo trigo, maíz y centeno, campando a sus anchas desde que fueron incubados de forma natural por una gallina Mos, que fue quien los trajo al mundo. Los mejores son los marelos, es decir el capón de piel y patas amarillas, señal que ha sido cebado como Dios manda. Seguramente son los que debieron zamparse el Arcipreste de Hita, Quevedo, Cervantes y Álvaro Cunqueiro antes de escribir loas sobre ellos. Son tan afamados e indiscutiblemente perfectos desde el punto de vista culinario que en la edad media el obispo Don Lorenzo de Orense, allá por el 1200, no aforaba casas ni tierras que no incluyesen en las rentas unos pares de capones. No en vano la frase reza: comer como un cura.….

Estos ejemplares de capón nacen en abril, son meticulosamente seleccionados y 7 meses después, por San Martín, en noviembre, son encerrados en la capoeira, lugar que nada tiene que ver con la danza brasileña, sino con la jaula, el encierro necesario a que son sometidos hasta que alcanzan unos 3 k. Los capones han de ser encerrados a oscuras, en un lugar templado, comiendo harina de maíz cada doce horas y, al final, en las últimas semanas se les ayuda a digerir con una copita de coñac. ¡Qué triste reencarnarse en una vaca huesuda pudiendo ser un Capón de Vilalba!

Fragmento Ruta Gastronómica por Galicia. Inés Butrón. Salsa Books. Barcelona 2009


3 comentarios
eSedidió

junio 1, 2011 @ 17:28

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Hombre, todo eso está muy bien, pero a mi no me gustaría mucho reencarnarme en capón de Vilalba, sobre todo si tenemos en cuenta que a) Son capados, y b) En las capoeiras son alimentados ad libitum, por el benéfico método de agarrarles por el pescuezo y obligarles a tragarse el amoado (así se llama la pasta de fariña de millo y agua caliente) si están inapetentes. Eso sí: ricos salen ricos.

Un saludo.

atable

junio 2, 2011 @ 06:03

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Al menos no mueren famélicos ni demabulan entre hambrientos.
Un saludo.

Betty

junio 9, 2011 @ 18:50

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Hola, quería comentarles que me encantaría probar uno de esos capones a las brasas… con la piel bien crujiente y un ajillo para acompañar…
No apto para colesteroles altos…jeje
Un saludo

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Por Ines Butrón
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