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Biografía
FEMINISMO

FEMINISMO Y COCINA EN TIEMPOS DE CRISIS

 

abuela esclava

Durante siglos el único reducto exclusivamente femenino fue la cocina. El hogar, entendido como lugar de encuentro del grupo social  en torno al fuego, tuvo muros infranqueables para generaciones de féminas que acabaron por aborrecerlo. Al  castigo de la maternidad continuada, de la sumisión a la voluntad masculina, se le sumó la esclavitud diaria del aprovisionamiento de víveres, la conservación y la preparación de los mismos. Una labor pesada y  tediosa que  jamás  fue debidamente valorada. Las mujeres de antaño organizaban en torno a los fogones la estructura familiar, la perpetuaban cuidando de su alimentación, de su salud, lo que las invalidaba para actividades sociales, “extramuros”.   De ahí que feminismo y cocina casen mal.

cocina y feminismo

 

El terreno de la cocina doméstica, privada, fue cargándose de connotaciones negativas hasta ser considerada casi como una tarea inútil que la  industria alimentaria  podía suplantar. Las cocineras, las amas de casa, cayeron en el escalafón más bajo de una estructura social que primaba la producción por encima de todo. Ganar terreno en nuevos ámbitos fue la consigna de feministas que aborrecieron de fogones y aledaños para dejarlo en manos de una poderosísima industria que les proporcionaba alimentos- servicio, de la restauración profesional- masculina-, de la escuela o de cualquier fast-food que se pusiera a tiro.

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Con todo, las mujeres,  desde las simples amas de casa a las más célebres  escritoras, han contribuido a la difusión de la cultura gastronómica  y han divulgado la cocina como un saber eminentemente práctico ( el detestado manual de La Sección Femenina,  el recetario de Carmencita la Buena Cocinera, el libro de recetas de Simone Ortega) , como un legado de tradiciones y una forma de identidad nacional ( la Condesa de Bardo Bazán, la cocina de Nicolasa, artífice de la nueva cocina vasca, les mères de Lyon, antecedentes de la nouvelle cuisine)   como una expresión de alta cultura e, incluso, como un modo  de enfrentarse  a las imposiciones sociales de la época ( la marquesa de Parabere-) .

Hoy en día, las mujeres cocinan cada vez menos en el ámbito doméstico alegando una falta de tiempo que, por otra parte,  se invierte inexplicablemente en otras actividades propias de una sociedad que se mueve por impulsos consumistas y snobs.  Nuestra forma de vida actual no nos ha robado tiempo para cocinar , simplemente, nos han convencido de que no vale la pena.

ABUELAS ESCLAVAS

 

Vivimos poco de puertas  para adentro- literal y metafóricamente hablando-, por lo que no podemos dedicarle un esfuerzo a ser artífices conscientes de nuestra propia alimentación. Nuestra versión unilateral del  feminismo nos impone una serie de comportamientos presuntamente beneficiosos para nuestra imagen social que, sin embargo, no aplicamos con el resto de nuestras congéneres. Basta ver  el uso y abuso de muchas mujeres jóvenes, o no tanto, de la  labor   de abuelas, suegras, madres, simplemente porque las propias mujeres creemos que es su «misión en la vida», perpetuándoles   eternamente la condena de haber sido educadas como mujeres de servicio.

Este  trabajo esclavo y no remunerado, sin horarios, sin visibilidad,  permite que esta sociedad se sostenga. Son las cuidadoras-pensionistas-cocineras-limpiadoras-enfermeras sin reconocimiento alguno, las que aguantan los frágiles pilares de esta presunta sociedad del bienestar, mientras las más afortunadas pueden seguir trabajando»de puertas para afuera», autorealizarse y «tener su espacio».   Señoras, o todas moras, o todas cristianas.

Mujeres-ejecutivas-empatía-para-el-liderazgo-empresarial

 

La modernidad trajo una consigna clara.: mujeres del mundo, abandonen la cocina!  Y no sólo no hemos ganado nada abandonadola  (recomiendo aquí el tratado de Laura Esquivel, Íntimas Suculencias), sino que encima hemos abonado el terreno para  que los hombres entraran en ella, la dignificaran- ¡a buenas horas!- y se autootorgaran el estrellato, con o sin guía.  Basta mirar el programa de cualquier congreso gastronómico para percatarse que las féminas están  más  proscritas de ellos que de cualquier otra actividad  económica, intelectual o política.

 

Por ello, el último reportaje de la revista Cuina me interesó especialmente. Su director lo titulaba Las mejores Chefs del mundo y se hacía eco de las actividades de grupos de cocineras como les Cuineres de Sils, de SOLC o del Bages. Sus conocimientos interesan ahora más que nunca ante la pérdida inminente de un legado de sabiduría popular, la necesidad de rescatar productos autóctonos, genuinos y  de temporada, y, por ende, la revitalización de territorios cuyos paisajes y modos de vida van íntimamente ligados  a la producción de alimentos.  Y todo ello sin alardear de pertenecer a movimientos Slow Foods más próximos al márqueting  gastronómico que al convencimiento sincero.

 

La gastronomía, conservada en manos de estas mujeres, es mucho más cercana, menos altiva, más humana.  Está pensada para dar amor.

 


3 comentarios
Cotizaciones en tiempo real

febrero 14, 2012 @ 07:40

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Excelente nota. Me gustaria aprovechar la posibilidad para agradecer al compositor del articulo y compartir noticias de calidad

atable

febrero 14, 2012 @ 13:45

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El autor del artículo, como de todos los demás en este blog, es una servidora: Inés Butrón.
Gracias .

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Por Ines Butrón
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