¿Qué le gusta más a un español que un buen partido de fútbol y una playa con mucho top-less? Una terraza y una caña helada. Así se hunda el mundo, así revienten las bolsas, las huelgas se sucedan una detrás de otra y haya un tsunami en Benidorm que inunde Alcobendas, al español no le quita nadie su cervecita y sus bravas, un lugar donde ver y ser visto, que de rienda suelta a su testosterona, una bebida que esté muy fría y que le haga olvidar la larga travesía por el desierto INEM-PISO- PISO- INEM.
En esta cata y visita a la fábrica más conocida del estado español, tiran por tierra, sin embargo, mis pocos conocimientos cerveceros, a saber, que los albañiles de las pirámides ya las tomaban, que en Bélgica hay monjes que remueven barriles mientras cantan maitines ( a estas las llaman artesanales), que en Berlín le dedican una fiesta parecida a la del cocido en Lalín,pero sin Ribeiro y con teutonas bien armadas, que las hay negras o rubias, que hay barrigas cerveceras y vejigas a prueba de bomba, que hay quien las toma en jarras muy horteras parecidas a los cencerros suizos, que los más brutos se las toman calientes, que cada verano san Miguel Triunfa, que Cruzcampo es un tío muy simpático que vive en Sevilla debajo de una barril de gambas de Huelva en salmuera, que un día se colaron dos alemanes en mi casa porque mi madre se puso a hacer patatas con cerveza en un cámping de Roda de Bará y le siguieron el rastro hasta el Principat d’Andorra…. y que con dos Voll-Damms duermo como una reina.
En la cata todos los cerveceros del mundo demuestra saberes, pituitarias entrenadas, y yo… bebo. La fábrica esta es enorme, oyes, y tengo una sed que me muero. Dicen que notemos el color, la cantidad de gas carbónico, la cremosidad de la espuma, el gusto a malta y al asqueroso lúpulo ese que le ponen para que mate bacterias y sepa amarga- la humanidad se traga lo que haga falta con tal de pillar una buena cogorza-, que le demos vueltas en el paladar para notar fermentaciones, maceraciones (¡arriba, abajo, al centro y pá dentro!), nos hablan de tipos y estilos de cervezas, pero yo no sé alemán, oyes, (¡iba a estar yo aquí ahora!), de manera que me limito a llenar el vaso a ver si consigo catar alguna esencia escondida que se me escapa en esta Stout, ¿o era una Rauchbier?
Los platillos, bien, oiga. Pequeñitos, como siempre, porque son para catar, no para comer. Y al final, la copa de Inedit, el coupage ( ¡qué me gusta esta palabra!) de Damm, la cerveza gastronómica (¿?) que uno se toma comiendo un menú degustación o en el salón de su casa después de visitar la fábrica del Prat de Llobregat.
Me falta la banda sonora: Ketama, Robert Palmer….
starbase
marzo 27, 2012 @ 06:10
Jejeje, la verdad es que yo tampoco soy ningún experto cervecero y por ello y por mi falta de pituitaria desarrollada solo percibo la primera derivada de los sabores: fuerte,suave, tostada o ligera. Y los matices me cuestan, mucho.
Y la fábrica es grande, mucho. Y la compañía grata, mucho.
Y así pasamos un viernes tarde, pateando y entre sonrisas. Que es lo que me gusta, muchísimo.
atable
marzo 27, 2012 @ 10:47
Yo empecé a notar algo a partir del tercer vaso. Pero creo que no me ganaría la vida con este oficio. Eso sí, divertido lo fue un rato largo.
Jose Padilla
marzo 29, 2012 @ 06:39
Muy buena cronica, que se sale de lo que el resto de compañeros ha hecho ó haremos, fue muy agradable la tarde de la visita, en la que tuve la oportunidad de conocer gente maravillosa.
Sirena Frydman
abril 10, 2012 @ 14:35
Sólo la investigación de nuestras vacaciones así que para nosotros esta información llega en el momento adecuado!