En la calle Robadors, una negra muy oronda y una rubia de ojillos azules hablan de zapatos. La del primero primera asoma la ropa por la ventana, la del tercero farfulla cosas sobre mossos y ajuntaments que nadie oye. El bar es el centro del orbe y el maño, ajeno a sus vueltas, se toma su sol y sombra como si tal. La negra se come la sopa de pescado y los sesos fritos con patatas con las piernas colgando, el paquistaní le vende a la rubia su alma y las pilas. Le pondrá un pisito con vitriocerámica, si ella quiere, cerquita del Hotel Barceló. Los pollos dan vueltas en sus míseros asadores para macarras de tres al cuarto. Los kebab huelen a Rambla. La Rambla es halal.
Imagen: https://tropipunk.files.wordpress.com/2013/10/recitando.jpg
En la calle Robadors una niña fina con trenzas de azabache compra un saco de arroz, un pote de curry y mira una carta de sushis con asco. Un turista pregunta por Casa Leopoldo: rabo de toro, zarzuela, albóndigas con sepia, cap-i-pota amb cigrons, crema catalana… la sombra de Montalbán es alargada.
Si Terenci Moix hubiera comido xocolata amb melindros en su Granja Gavà en lugar de irse a Roma con el lánguido Passolini la gente se santiguaría en algún número de la calle Joaquín Costa.
Imagenes: http://www.barcelonallibres.cat/2015/03/al-margen.html
http://setenta-s.blogspot.com.es/
Ahora ya no hay granjas en el Raval, ni vaquerías, pero algunas jovencitas muy simpáticas con acento rioplatense hacen magdalenas veganas, en sus saloncitos con office, dan de comer al personal platos sin animales muertos. Todo es candor en esta cocina de Alicia tras el espejo. Los zumos son de arco iris, los tomates y las lechugas saben a utopía. Algún antiguo forn remodelado ofrece a los clientes coques de vidre i pà de pagès, aunque la masa madre hace tiempo que murió sin dejar herencia.
Imagen: Blog del raval.
La cocina asiática busca recovecos por donde colarse en este Raval de los descendientes de Almanzor, pero la plaza no es suya. Con todo, algunos “japos” quieren invadir las colonias, pero lo tienen crudo. Funcionan los matrimonios de conveniencia, eso sí. La cocina mediterránea se deja querer enarbolando la bandera de la globalización alimentaria desde la Boquería. En Dos Palillos la gente quiere sentir la emoción de la “fusión”… no nuclear. La era de la creatividad post-Adrià sigue fascinando y tiene adeptos a este y al otro lado de la plaza donde han montado un circo con cita previa.
Imagen: http://www.bcnkitchen.com/blog/bar-dos-palillos/ Pero el marroquí de la calle Hospital resiste en su particular Perejil, conquistada con morteros de buen cous-cous. Le falla el interiorismo de hule plastificado con alguna que otra mosca disecada entre cojines y babuchas, pero la parroquia es fiel donde la generosidad abunda. Desde la Biblioteca de Catalunya se puede ver la pastelería que sus compatriotas han abierto para deleite de los turistas que hacen esfuerzos por despegar de sus dentaduras los pedazos de pistachos con miel.
En el carrer de la Unió, “uno de los nuestros” ha dejado estampada su firma: la Fonda España es la atalaya de Berasategui en pleno Raval. Un salón Art Déco en versión Domènech i Muntaner que hará las delicias de los nipones amantes del Modernisme. Un cocinero vasco tras las bambalinas, comensales que adoran, malgré tout, los cruceros por el Mediterráneo y muchas rusas hablando de zapatos… de Dolce Gabbana. A la salida, se compran sus golosinas- el vodka y el caviar- en un lujoso supermercado de aire bolchevique donde todo, menos el gorro de piel, le puede ser útil en esta ciudad de los prodigios.
Imagen: https://miniguide.es/archive/food/troika-delicatessen/index.html
La Rambla Ravalera tiene, incluso, reducto inglés sin pantalla plana y sin fútbol, sólo breakfast y fish and chips. Y un bar de tapas muy cañí donde se aparca el Loewe al lado de la Torta del Casar. Cañete ha hecho de la pringà un plato gourmet. Ya iba yo echando de menos un poco de tocino.
BuenasMigas.
abril 11, 2012 @ 13:35
Que bien lo has descrito: come, reza, ama.
En el Raval siempre hierve la vida : olor, sabor, color!
me encanta.
starbase
abril 13, 2012 @ 14:25
Cada dia me gusta más ese manojo de casas que aunque esponjadas siguen ajenas y ajadas, salpicadas de modernidad.