De este relato sobre la Barcelona Gormanda extraigo una verdad de Perogrullo para empezar: el motor de la historia no es el amor, es la comida. Lo sentimos por aquellos románticos que creen que los barcos zarparon para hacer grandes gestas, que las luchas entre cruzados las instigaron mujeres hermosas, bla, bla. No, los hombres han cruzado océanos para encontrar comida, transformarla, conservarla, venderla, manipularla, intercambiarla, etc, etc. La víscera ejecutora de la historia es el estómago: Como, luego existo. Y si no, echen una ojeada a los textos sagrados y verán lo que ocurrió porque alguien se puso fino con la comida:)
Los libros de historia y cultura gastronómicas, sin embargo, no son los más vendidos. Da como miedo entrar en el terreno alimenticio si no es para hablar de recetas. Todo lo más, leemos unas líneas- los más raritos- sobre la producción especialísima de un producto y su unión con un territorio determinado. La gastronomía se reduce, pues, a una lista de elaboraciones y unos cuantos marmitones que han pasado a la posteridad. Si echan una ojeada a las estanterías de cualquier librería verán que predomina la practicidad, a juzgar por el bombardeo de recetarios firmados por alguien muy mediático a rebufo de programas televisivos. Pero, por desgracia, eso nos deja en un terreno muy superficial, en la epidermis del conocimiento gastronómico, que es transversal y amplísimo. Por eso, cuando alguien se arriesga a armar un libro donde la historia y la comida son sus ejes, ya no me siento tan sola. Si se hace con brío, amenidad y conocimiento, lo celebro.
Este libro del que ahora sólo me quedan las migas tiene, además, otro eje, otro protagonista, que es cambiante, sorprendente, llena de recovecos, de misterios, luces, sombras, imprevisiblemente femenina : la ciudad de Barcelona. Es quizás esto lo que hace que la lectura de sus historias sobre la Barcelona Gormanda sea terriblemente adictiva, no puedes leer sólo una …. O la nostalgia de quien la ha vivido, comido y deseado desde hace tres décadas sin ser consciente de la importancia de mi pasear goloso o, simplemente, ese punto de vista curioso y dinámico con el que los autores nos trasladan de un tema a otro. Fot-li canya!: una de cereales del medievo, una ensalada de Domènech, una de bombas con papata y picante, tres de gastrónomos y una de cafés bien cargados!
Vite, vite! Con entusiasmo, con rapidez, como si fueras en el metro de la línea del tiempo: en cada parada, te cuento un cuento, vale? Imposible bajarse. Las anécdotas más inverosímiles se entrecruzan con los personajes y los hechos cruciales en esta constante búsqueda de la comida, los retazos históricos de la carestía, los momentos de celebración, los logros más excelsos, la pequeña historia de esos rincones que nunca nadie supo contarte… Temps era temps! La Barcelona Gormanda es la historia de sus otras historias, las cotidianas, las auténticas.
Quizás alguien pueda pasar por la vida no sabiendo los avatares del restaurante donde se casaron sus padres, sin conocer la audacia de aquel lugar mil veces frecuentado donde se comían los mejores quesos de los 80, la razón por la que uno le tiene apego a una bebida chocolatada, quién bautizó una cazuela de pescado que mi madre hacía todas las Navidades con ese nombre tan castizo, el porqué del encanto irresistible de aquellos mostradores elegantes con olor a escabeche, el enorme vacío de una mesa desnuda… pero yo no soporto las vidas insípidas.
Curso Manipulador
octubre 21, 2014 @ 10:22
Que bonito artículo cargado de recuerdos…
Felicidades, un trabajo estupendo.