No hay muchos lugares en Barcelona donde poder degustar gastronomía cubana, aunque los lazos sean muchos y la población isleña era,en el último trimestre de 2012 en la Ciudad Condal, de 6.800 cubanos, aproximadamente. Con todo, su cocina no se deja sentir, a diferencia de las mexicanas, peruanas, venezolanas, chilenas o brasileñas que lo hacen cada vez con más fuerza. Las razones de su invisibilidad son obvias y no es necesario explicar nada. Pero a pesar de todo, nos apetece dar con una mesa cubana y sentarnos, charlar, comer algo que tenga un regusto, aunque sea lejano, isleño, algo que sea una pequeña muestra de la simbiosis gastronómica de esta isla que quedó marcada por igual por los gustos y productos de los españoles, los africanos y los indígenas.
Ante la carta, no muy extensa, uno reconoce antiguos platos de aprovechamiento de la cocina española con ligeros cambios, como la clásica ropa vieja, resurrección improvisada de las carnes que sobraban de un cocido. Pero , sobre todo, los reyes de la gastronomía cubana, los frutos del Caribe que tanto atraen al turista y al gastrónomo curioso, como la malanga, los maduros y los tostones (plátano en diversas preparaciones), la yuca, los machuquillos o las mariquitas. No falta el arroz, cereal base en la cocina cubana, ni tampoco el puerco, la carne más consumida.
De hecho, en mi librillo de recetas cubanas, una reliquia del año 1966 que recoge lo mejor de la gastronomía cubana, todas estas recetas las tengo bien documentadas, así como otros platos nacionales más opulentos y laboriosos, como los ajiacos y los lechones asados. Leer estas recetas, aunque dejen mucho que desear en sus explicaciones, es leer el retrato de una época pletórica en horas y alimentos, esperanzada, de ollas humeantes. Este tesoro en papel, que perdió su utilidad el día que los soviéticos hicieron mutis por el foro del Malecón, tiene la curiosa dedicatoria, casi ruego, de un ingenuo esposo que espera ver mejoras en las artes culinarias de su señora sin acordarse de que La Revolución también fue femenina:)
La Habana vieja tiene por todas partes retratos de gentes que pisaron este pequeño y retorcido restaurante de dos plantas. Me fijo que Estadella, nuestro Jordi Estadella, es bien venerado en este rincón. Quizás charló, como nosotros lo hacemos ahora, a propósito de este arroz congrí, o de este puerco asado con tostones nada memorable, o de este ron añejo al que pienso darle una segunda oportunidad dentro de un guiso.
Codillo al ron añejo con castañas y trompetas de la mort
En los dulces entran de lleno el trópico con sus las guayabas, cocos y plátanos. El azúcar, esa caña que llegó desde España para esclavizar a unos y enriquecer a otros, es la nota final de esta comida que tiene la mirada puesta en nuevas cocinas para nuevas generaciones. Preguntamos a quién nos ha atendido dentro y fuera de la mesa qué pasara cuando se haya levantado el embargo. Nada. Los cubanos no cambiamos.
Fotos Ana Ron.
La Habana Vieja
- Carrer Banys Vells, 2 – Barcelona
- (+34) 93 268 25 04
- info@habanavieja.es
- Horario
Lunes de 20:30 a 00:00.
De Martes a Sábado
De 13:00 a 15.30 y de 20:30 a 00:00.
Domingo de 13:00 a 15:30