En 1989 los esloganes Vine al mercat, reina! Vine al mercat, xato! marcaron un antes y un después en la historia de las campañas institucionales en pro de los mercados de Barcelona. No siempre había sido así. La historia de La Boquería, especialmente, es una larga batalla de campesinos y paradistas que soportaron lo indecible para vender sus productos en los alrededores de una Rambla convertida en reguero de inmundicias tras el paso de los vendedores ambulantes. Primero hubo que ganar el espacio a una iglesia omnipresente, y, después, hacerlo con dignidad, convencer a los ayuntamientos de entonces para que invirtieran en techados que hoy son signo inequívoco de la histórica arquitectura de la ciudad.
Como no es el momento ni el lugar, os remito al libro de Isabel Obiols y Pere Ferrer, a quien tuve el placer de entrevistar allá por el 2005, para conocer la historia de este mercado que es ejemplo de lucha constante por dejar de ser ese “vientre de la ciudad” con malas digestiones. Entre el 2004 y el 2008, cuando una servidora se pasaba el día hablando “de y en los mercados”, La Boquería ya pasaba por drásticas transformaciones y se intuía esa exagerada explotación del espacio como plató televisivo, reclamo turístico o simple bodegón colorista que daba vida a unas Ramblas que perdían su esencia a marchas forzadas. Sin el estilo de Ramón Cabau, que regalaba flores frescas a sus paradistas preferidas, yo iba por los pasillos con mi grabadora en mano preguntando a todo el que se dejara avasallar por la “reportera” de turno cosas sobre los productos de temporada, la compra del día, la receta no escrita del charcutero o los secretos de ese pescado extrañísimo que acababa de llegar de la lonja.
Imagen: www.historiacocina.com
Siempre había novedades que explicar gastronómicas para emitirlas por una radio que quiso ser de Barcelona y de los barceloneses. La comida, “nuestra comida”, era para aquella “locutora en ciernes” el motor de su programa (de su vida). De la primavera al invierno, nuestro espacio radiofónico “El plato del día” se nutría de aquellos productos de temporada explicados en cortes de voz en los que Pinotxo mezclaba los callos con las proclamas culés, las habas con el frio de las pagesas y sus negruzcos dedos, la explicación de los verats con las lindezas de las “pescateras de Fellini” “No es toca, coll…, no es toca.»
Después llegaron los mediodías en los taburetes en El Quim o el Universal cuando me lo permitía mi raquítico sueldo y mi escaso tiempo, el Aula, las clases con Núria Bàguena, las presentaciones de libros ( ahí estaba Jordi Estadella hablando de setas/bolets con Miquel Márquez. Y una servidora babeando, soñando en publicar con Salsa Books:), las presentaciones de productos y marcas, cuando ya mis derroteros me arrastraban por los caminos de la prensa escrita…. La desaparición de la librería Buffet & Ambigú y la estúpida decisión de regalar El Corpus del Patrimoni Culinari Català a alguien que jamás lo habrá leído.
Y ahora, qué ? Y ahora seguimos aquí. Evitando “la segunda desamortización” : queremos un mercado para los barceloneses, un significado real para la frase “Dissabte, mercat”, queremos menos cámaras y más comida, más recetas, más populacho que grite, más pescateras con pitrera y delantal, más cestas a rebosar, más sonrisas – que soy de aquí, con..!- más mercado para todos y en el más amplio sentido de la palabra.
Pero es cierto. La gente dice “que no tiene tiempo” para comprar, para cocinar. Todo es take away: filetito ya empanado, pescadito sin espinas y sin escamas, verduritas ya peladas, chocolate a mansalva, frutas de la Conchimbamba, exóticas, rarísimas, para gourmets veganos y restauradores finos, gominolas cuquis, zumos coloristas y azucarados, etc, etc. Cómo está el mundo, Facundo!, qué diría mi madre. Habrá que “reinventarse”. Odiosa palabra, ergo, actitud imprescindible. Renovarse o morir.
Y en eso estamos ahora. Cuando a finales de este mes vayáis a “Mercat de Mercats”, la gran fiesta organizada por el Institut Municipal de Mercats y patrocinada por Damm veréis a muchos de los paradistas (24, en concreto) que el otro día nos explicaban a un grupito de periodistas y blogguers gastronómicos cómo han cambiado las formas de comprar y de vender, cuáles son aquellos productos con más tirón, cómo encajan el reto del futuro, etc, etc. Desde el simpático señor del sombrero pajizo- Eduard Soley, de frutas y verduras Soley Boquería-, las charcuterías Mas Gourmets, los Menuts Rosa, pasando por El Pinyol, olives i conserves, o la emprendedora Carmen, del take away más famoso del mercado, todos nos hablaron de su conocimiento del producto, que es, en los tiempos que corren, mucho saber y muy poco reconocimiento.
Luego vino la degustación, porque no hay en el mundo taburetes con más prestigio gastronómico que los de La Boquería. Ahí va la lista de tapas, por si aún teníais dudas: Quiosc Modern, rabo de ternera Guisada. Quim de la Boqueria
Crema de Gorgonzola con mermelada de tomate, canela, chile y foie caramelizado, Bar Boqueria, Crujiente de arroz con pies de cerdo, botifarra, salsa de sobrasada, polvo de jamón ibérico y mahonesa. Pinotxo. Trinxat de la Cerdanya con calabaza y flor de ajo. Ramblero. Tomate de Montserrat con ventresca de atún y aceite de trufa. Clemen’s, Pulpitos de playa estofados con patatas. Universal, Parmentier de patata con bacon ahumado y huevo poché. Y todo acompañado con Nutt, DO Penedès.
To be continued…..