Hace pocos días estuvimos de nuevo sentados en Ca la Nuri Platja. Nos encanta la luz y la paz de este restaurante barcelonés también  en pleno otoño, pero nos gusta sobre todo su carta. En verano ya tuvimos ocasión de hablar de él en otra publicación.  Entonces ocupamos una mesa en la terraza, rozando la arena, viendo el ir y venir de los bañistas, de los turistas que se acercan incansables a degustar las paellas.  Se imponía, entonces,  un menú de pescado, ensaladas ligeras y un arroz de marisco, de  los que apetecen en pleno julio. Pero ahora, cambiamos de tercio: queremos comer setas frente al mar. La cocina de temporada manda.

Ca La Nuri Platja nos ofrece su menú dedicado a   las setas, reinas gastronómicas indiscutibles del mes de noviembre. Y lo hace con dominio del producto, de hecho, nos sorprende comprobar el nivel de esta cocina micológica más propia de un restaurante de montaña. Todos los platos que componían el menú estaban perfectamente ejecutados y sus combinaciones no buscaban la estridencia o la «sorpresa» creativa, muchas veces sobrevalorada, sino, simplemente, el disfrute gastronómico. Desde el escabeche de setas al arroz final y apoteósico, todo fue desfilando en un in crescendo de sabor, de perfección en el trato del ingrediente principal. El menú tiene un precio de 35 euros e incluye bebida, pero es, como acabamos de decir, «de temporada», por lo que te aconsejamos que, si quieres ir, no  demores mucho la visita.

Para empezar, una pequeña degustación  de setas escabechadas con algunos encurtidos dio el pistoletazo de salida, principalmente, rovellons de botó, que es la seta que más se presta a aguantar el imprescindible vinagre. En ningún momento me pareció agresivo de sabor, pues yo tolero mal el exceso de vinagre.

Acto seguido, llegó un plato suavísimo, delicado: carpaccio de pies de cerdo, ceps y parmesano. Poco queso, para no interferir en una seta muy sutil, tanto  de textura como de sabor. Lo encontré perfecto.

Tercer plato: huevo a baja temperatura con una parmentier de boniato ligeramente dulce– a veces se abusa del azúcar de este ingrediente otoñal- con rossinyols y trompetes de la mort. Las setas estaban impecables, ligeramente salteadas, sin merma de textura. La mezcla de los tres ingredientes era de una cremosidad increíble. De aplauso.

El Arroz meloso de ternera y setas.  LLegó rezumando sabor, en una cazuela de hierro colado que aguantaba el calor- a mi me gusta el arroz muy caliente- con un punto de cocción perfecto. Tuve que dejar de comer cuando me pareció que estaba cayendo en el pecado de la gula con todo el equipo, pero no porque no mereciera ser rebañado hasta el último grano.

Y para finalizar, un postre muy clásico, pero muy apetecible: mató, miel e higos. Cien por cien acertado. Nada empalagoso, nada pesado.

Creo que no debo añadir ni una sola palabra más para finalizar, más que repetir el  título de este post: Ca la Nuri Platja: setas frente al mar. Existen.