Pablo Tusset escribió en el 2001 una hilarante novela policiaca que llevaba por título Lo mejor que le pude pasar a un cruasán. Intrigada por semejante título, leí la obra esperando ver a un croissant haciendo de detective, pero éste sólo salía en el primer párrafo bañándose en abundante café con leche, que es, sin duda, lo mejor que le puede pasar a un croissant. Otras formas de pasar a la posteridad son, sin duda, estar en manos de Audrey Hepburn delante de Tiffany, o ser rellenado con toda clase de delicias, como lo hace la pastelería Canal.
Muchos años y muchas grafías extrañas han llovido desde entonces para este famoso bollo con “dos cuernos” desde que salió del obrador de un panadero vienés. Supongo que sabéis la historia, pero, si no es así, pinchad este enlace en que se explica esta simpática anécdota gastronómica sobre el intento de la toma de Viena por parte de los turcos, la astucia de unos panaderos muy avispados que se lo vieron venir y la simpática y glotona imagen de un emperador agradecido comiendo bollería en forma de media luna.
Ahora es todo un símbolo del desayuno y de la pastelería de calidad, un bollo que intenta estar en el pódium gracias al título anual otorgado por el Gremio de Pastelería al mejor croissant de mantequilla, lo cual tiene su mérito, habida cuenta de la dificultad de su masa – parecida a la masa hojaldrada, pero con levadura- y de la, no menos difícil, consecución de una buena mantequilla.
Pastelería Canal tuvo en sus manos este reconocimiento en 2016. Toni Vera, responsable de briochería de la Pastelería Canal, junto a otros ilustres artesanos han revisitado la tradición y acaban de lanzar una nueva línea de croissants rellenos. Los sabores más conocidos de Canal en su repostería, como la tarta Sacher, el pastel de frambuesa, el praliné, el tiramisú o la lemon pie se trasladan al interior de los croissants. Es la consecuencia del trabajo y la evolución de los clásicos, la tradición del siglo XXI.
Obviamente, este trabajo y estos reconocimientos no se consiguen de la noche a la mañana. La historia de esta familia pastelera originaria del Berguedà que vende hasta 500 unidades diarias de croissants de mantequilla y otras delicias es larga. Llevan 45 años ofreciendo a sus clientes fieles clásicos como la Sacher o la banda de crema con fruta fresca, o propuesta más innovadoras como la mousse de chocolate intenso con crema de fruta de la pasión, una vuelta de tuerca al, ya de por sí, voluptuoso pastel .
Pero es con el croissant relleno- como en su día lo hicieran con el humilde churro en su local de Comaxurros– de Lemon Pie, pastel de arándanos, de Gerds, Tiramisú, Praliné o Sacher, cuando han acabado de sorprender a un público que les sigue siendo fiel, tanto en su tienda de la calle Calvet, donde son toda una institución, como en el espacio degustación que tienen en la calle Muntaner.
El día 30 de enero se celebrará el día internacional del croissant. Qué mejor momento para ir a degustar ese bollo que tantas pasiones despierta. O es que , acaso, ¿hay algo mejor que le pueda pasar a un croissant?