La Burgers Real con setas y una ensaladita, para una servidora.
La Real es una hamburguesería del Eixample que demuestra, una vez más, que el reino del la comida rápida le pertenece. Después de unos años en en que las burguers se han quitado de encima el san Benito de la demonización alimentaria, por la ciudad proliferan lo que ahora llamos la hamburguesa gourmet. Todos conocemos ejemplos de lugares en los que nos pararíamos a comer una buena hamburguesa porque sabemos que, además de disfrutar del bocadillo con más adeptos del mundo, existe la garantía de que sus ingredientes, sobre todo la carne y el pan, son de cierta calidad. Hoy os muestro uno más y os doy algunas razones para probarlas.
Nuestras bebidas, un clásico y un té helado con una pimienta dulce guayabita.
En primer lugar, La Real tiene una buena relación calidad precio. No son hamburguesas gigantescas que te dejan cao para el resto del día. En segundo lugar, porque añade a sus burgers otros elementos que van más allá de la típica carne picada – la picanha, el pork belly tierno, hecho a baja temperatura, la vegetariana de garbanzos o la de pollo – con lo cual se aseguran un público heterogéneo con gustos y/o necesidades distintas. Y, finalmente, porque preparan in situ muchos de los ingredientes que son el alma de las bugers que nos tientan, como las salsas barbacoas, el ketchpu de piquillos, las patatas paja, o los famosos tequeños venezolanos ( sí, hay un par de venezolanos detrás de este negocio), el pan es artesanal, tipo brioche, y las cervezas, también. Sobre los hotdogs no podemos opinar, pero prometemos volver un día a comernos uno de ellos. Siempre quedan cosas en la carta que uno obviamente no puede probar de un sola sentada.
Los famosos tequeños venezolanos. Muy buena fritura y algo más pequeñitos de los normal para que no se hagan muy pesados.
En los entrantes hay también algunas alitas y unos nachos, detalles clásicos, sin pretensiones, un par de ensaladas , como la César o la de rulo de cabra, y para acompañar, cómo no, tienes patatas de tres tipos, la paja ya nombradas, las bravas de la casa y las patatas dips que son la estrella de la freidora porque van recubiertas de una montaña de queso y un poco de aroma de trufa, esto último, para mi gusto, absolutamente innecesario.
La burger raclette y sus patatas dips. De vicio!
El local no es enorme, con lo cual uno no tiene la sensación de estar en una fábrica de comida, sino en el antiguo bar de la esquina que se ha modernizado para poder sobrevivir. La atención es, por tanto, mucho más personal y amable, el público es cercano y la atmósfera, en general, no le hace sentir a uno que resolvió la comida del día con un producto de fast food, sino con un buen bocadillo de carne picada con el queso que a uno le gusta – ¡hay mucho queso por todas partes! Me encantó la hamburguesa raclette- y la cervecita fresca del Poblenou, la Edge Brewing.
En general, pues, un lugar agradable que se ha hecho ya un hueco en el barrio, una hamburguesería donde poder darte un capricho o, simplemente, comer bien por un módico precio.
La Real
Carrer de Valencia 285, Tienda 03,
08009 Barcelona