El arroz de sardinas, o el arroz de muy poco,  es para nosotros lo que para los sicilianos su bucantini sarde, una receta que, a pesar de estar elaborada con materia prima humilde, su resultado es de lo más sabroso porque sus tres ingredientes claves tienen un marcada personalidad: las primeras sardinas de la primavera, los cuatro guisantes que conseguimos cosechar de nuestro pequeño huerto casero y un puñado de chirlas, que son esos bivalvos pobres con los que hace unos años las amas de casa hacían los arroces de domingo.

arroz con sardinas a la mesa

Este arroz de sardinas es un clásico de nuestra cocina. Solemos prepararlo con casi cualquier cosa que tengamos en la nevera: unos espárragos trigueros, unas judías verdes, retales de pimientos rojos y verdes que tienen los días contados, etc. No hace falta complicarse mucho para conseguir que este arroz sea apetecible, porque la intención no es pasar a  posteridad con el mejor arroz del mundo, sino aprovechar aquello que está a tu alcance y unirlo a unas sardinitas para comer dignamente un día cualquiera.

El arroz de sardinas es todo menos pretencioso, pero ya se sabe que, a veces, la modestia culinaria consigue mejores logros que el postín fingido  de un pretendido platazo con un  gran producto desperdiciado en una receta fallida.

arroz sardinas portada

De hecho, hay una norma no escrita cuando se empieza a cocinar y es no gastarse un dineral en materiales muy nobles si todavía no se tiene la suficiente experiencia. Esa frase de que  con un producto bueno ( caro) se consigue una cocina buena creo que debe reconsiderarse. He visto montones de cocineros – en las escuelas y dentro mismo de los restuarantes- cargarse gambas carísimas, rodaballos salvajes, foie gras espectaculares y otras muchas delicias haciendo experimentos que lo único que han logrado es desvirtuar el producto,  borrarle la esencia y, en consecuencia, presentar platos pomposos, pero mal elaborados, mal planteados o, simplemente, fallidos. Ya sea por afán de alardear, por una mal entendida creatividad o por inexperiencia técnica, platos que tienen un coste altísimo llegan al comensal faltos de alma, de personalidad. Cuando eso ocurre, normalmente no se ha trabajado lo suficiente la base y se ha empezado la casa- la práctica culinaria- por el tejado.

Vamos, pues, a cocinar hoy un arroz de sardinas que nos de, por fin,  el pistoletazo a la primavera al que, obviamente, tú puedes dar tu versión particular cambiando el tipo de pescado- bonito, boquerones, jureles-, poniendo el pescado en crudo como lo hemos hecho nosotros o friéndolo muy levemente antes de añadirlo al arroz, añadiendo  o quitando del sofrito aquello que te desagrade, coloreándolo  con tu especia favorita- aquí le iría muy bien el azafrán- o rematándolo con alguna hierba de tu gusto, especialmente la hierbabuena, que es terriblemente refrescante, el tomillo limonero y hasta el hinojo.

Buen provecho!

arroz de sardinas, chirlas y guisantes.