Los bocados de boniato y queso son otra más de las muchas recetas de aprovechamiento que hacemos en esta casa. Ya conocéis el dicho: quien guarda, haya. Y es que en cocina todo resto, todo aquello que crees que ya no vas a poder utilizar tiene una nueva vida. Es como una resurrección culinaria: la misma alma en otro cuerpo.

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Historias y leyendas de la Pachamama

Al margen de esta vena mística que me acaba de coger por sorpresa  a propósito de estos bocados de boniato – aunque ya sabéis que los alimentos, la mesa y sus ceremoniales  tienen mucho de simbólico y está íntimamente relacionado con nuestra forma de entender el mundo-,  la verdad es que no reutilizamos  más porque no ponemos en marcha nuestra parte del cerebro de recicladores natos. Hemos nacido en la época de la abundancia ( bien, solo para unos pocos), del consumismo feroz, del usar y tirar y no nos preocupa nada ver nuestros cubos de basura llenos a rebosar de comida que otros intentarán rescatar desesperadamente.

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Este tubérculo,  que en otros países llaman batata,  estará presente en nuestras mesas en estos días de otoño para que intentemos sacarle todo el partido posible, no sólo para comerlos asados en la víspera del día de todos los santos. Puedes, por ejemplo, freír pequeños chips de boniato igual que harías con una patata, una remolacha, una zanahoria o una yuca. Nosotros los hemos probado al horno mezclándolos con  parmesano, hierbas aromáticas y pimentón y está delicioso

 

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PATAS Y BONIATOS AL HORNO CON PARMESANO Y HIERBAS

Mucho menos calórico que cualquier snack de los que compras por ahí, frito vaya usted a saber con qué, estos boniatos crujientes por fuera y blanditos por dentro gustan a todos. Al igual que estos bocados de queso que nos hemos sacado hoy de la manga con uno de ellos que, una vez asado, había quedado en un rincón, triste y solo como el arpa de Bécquer.

Del salón en el ángulo oscuro,

de su dueña tal vez olvidada,

silenciosa y cubierta de polvo,

veíase el arpa

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,

como el pájaro duerme en las ramas,

esperando la mano de nieve

que sepa arrancarlas!

¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio

así duerme en el fondo del alma,

y una voz como Lázaro espera

que le diga “Levántate y anda”!

Un poco de poesía en pleno otoño nunca viene mal, ¿verdad? ¡Buen provecho!

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