Nos encantan las carrilleras de cerdo, y también las de ternera, y, en general, cualquier parte de carne  pegada a un  hueso  que se deje cocer lentamente y se convierta en una delicia, sea carrillera, codillo, paletilla o rabo. Cuanto más cercano al hueso, más gelatinoso será el resultado.

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Para hacer estos platos no hay que conocer unas técnicas muy precisas, ni ser exactos con los miligramos de nada,  ni  los minutos de aquello y lo otro. Un poco de paciencia y algo de práctica bastan para que  estos guisos salgan de rechupete.  Las carrilleras de cerdo son así de agradecidas. Tanto, que nosotros las hacemos de mil maneras:

Carrillera de cerdo en salsa de uvas

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La carrillera de cerdo puedes comprarla  con el hueso o sin él. En ambos casos es una pieza de carne que está muy bien de precio, ideal para dar de comer a toda una familia. Nuestras preferidas son las de cerdo ibérico, un poco más pequeñas, pero terriblemente sabrosas. Si las preparas de un día para otro,  con un buen fondo moreno, verás que ganan en sabor. Te bastará, entonces,  una buena guarnición- de verduras, patatas, arroz o pasta- y tendrás un plato fantástico que encima no te romperá el presupuesto semanal. Y, por si esto fuera poco, si te sobra alguna prueba a hacer con ellas un arroz de carrilleras, alcachofas y setas,  unos canelones o unas buenas croquetas. Se chuparán los dedos! Buen provecho!!!

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