Pues sí, con las calabazas también hacemos ensaladas: ensalada de calabaza asada, obviamente, porque de lo contrario no habría dentadura que lo resista.
Bromas a parte, tenemos la costumbre de usar la calabaza únicamente para hacer deliciosas cremas, chips, dulces y demás maniobras orquestales en la oscuridad sin pararnos a pensar que una calabaza simplemente cortada y puesta al horno con cuatro cosas que tengas por la nevera te solucionan una cena o un entrante rápido, sano, fácil y limpio, porque sólo necesitas un horno y un mortero picadora. A nosotros, por ejemplo, nos encanta templada, como si fueran boniatos.
En esta ocasión, como nos pasa muchas veces, nos sobraba media calabaza y ya no queríamos preparar más crema. Ni tampoco teníamos ganas de complicarnos la vida pensando mucho, porque los lunes, como todo hijo de vecino, pues estamos más perezosos de lo normal y queremos comer ligerito y rápido. Así que me dije: pues haré una ensalada de calabaza. Usaré esta varita mágica llamada horno y me prepararé en 20 m. un ensalada templada con lo que tenga por la nevera. Y dio la casualidad que también tenía un poco de gremolata que me había sobrado de hacer un pescado ( ya sabes, una mezcla de frutos secos picados con hierbas aromáticas y ralladura de limón), se lo puse por encima a las tajadas de calabaza con un chorrito de aceite de oliva, después me encontré restos de queso de cabra y, finalmente, una de esas mezclas de hojas y brotes para ensalada que hay que comerse en un plis plas porque si no se pudren a la de ya.
Conclusión: quien guarda, haya, que decía mi madre. Y esto es tan verdad como que con cuatro cosas y en 20 m. me ha salido este plato de temporada que ahora os cuento. Buen provecho!