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¿Qué pasaría si uniéramos una oreja a la gallega con unas papas aliñás?  ¿Por qué pensamos siempre que la fusión en la cocina consiste en unir culturas gastronómicas muy, muy lejanas y antagónicas?  Esta es la pregunta- no muy trascendental, por otra parte:)- que me hacía el otro día viendo que tenía unas patatas nuevas por un lado,  y oreja de cerdo que ya había cocido el día anterior por el otro. Entonces, simplemente, decidí unir ambas cosas retocando el aliño y añadiendo unos pequeños toques picantes y frescos que le irían de perlas a esta ensalada que no es más que una receta de casquería de verano. 

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Como veis, no hay que ser un lince para llegar a esta conclusión, ni  tener una creatividad fuera de lo normal, sino, simplemente, observar qué es lo que hay en la nevera y aprovecharlo todo siguiendo el sentido común. Por otra parte, las ensaladas y platos  en los que se usa la casquería en frío ( carpaccios de pies de cerdo, por ejemplo), no son ninguna novedad en Catalunya,  y supongo que fuera de nuestras fronteras, tampoco ( tendré que preguntárselo a Miquel Brossa, que es el experto en Cocina Canaille) . Cuando era pequeña, mi madre solía hacer un cap i pota con un picadillo de tomate, cebolleta y pimientos, con un simple  aliño de aceite de oliva y buen vinagre de vino  que a mí me gustaba mucho. Incluso, era normal verla en los bares como tapa estival: barata, buena y sana, puro colágeno.

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Ahora, ya lo sabemos, la casquería no vive su mejor momento dentro de los hogares. Las largas horas de cocción y el desconocimiento del producto  impiden que las familias se habitúen a estas delicias marinas y terrestres con tantas posibilidades culinarias. Sin embargo,  hay indicios entre los cocineros profesionales de que un cierto revival se impone en esta gastronomía de  despojos o  de ingredientes «menos nobles» ( os remito al libro de Miquel Brossa antes citado).

Nosotros somos muy amantes de la oreja de cerdo. Creo que la oreja, junto con el rabo, son los grandes olvidados de la casquería española. No pasamos de meterla en una escudella, un  caldo de Carnaval o de comerla en los bares gallegos con el simple aliño de pimentón, aceite y sal. Así que hoy vamos a darle una vueltecita a esta clásica oreja a la gallega y a la ensalada andaluza por excelencia y vamos a marcarnos una ensalada de oreja y papas que no se la salta un galgo:) Buen provecho!