Si vais alguna vez a una lonja es posible que veáis un ejemplar como este. Es un emperador del Mediterráneo que llegó a la lonja de Vilanova i la Geltrú, una de las mejores de la costa catalana. Es un pescado escaso, aunque muy  bueno  y versátil en la cocina doméstica, además de económico, aunque hay que saber comprarlo. Normalmente yo lo compro en mercados, porque lo quiero fresco, blanco al corte, con la veta entre rosada y amarronada en el centro, la piel dura y casi negra. No compro jamás emperador congelado de no se sabe qué procedencia, su textura y sabor es muy distinta. Este, en cambio, si sabemos respetar la corta cocción que necesita, es ideal para dietas de adelgazamiento hecho a la plancha o en papillote y, cómo no, en mis preparaciones favoritas: los guisos marineros.

La receta que hoy os presento es perfecta para un día frío, en el que hay que comer un plato de cuchara, nutritivo sabroso, que guste a toda la familia  (en especial a los niños) , que se haga relativamente rápido y con el que tengas la seguridad de alimentar bien a los tuyos que, al fin y al cabo, es de lo que se trata. Obviamente, si no te gusta este pescado o no lo encuentras, puedes hacerlo con otras especies como el rape,  la corvina, la escórpora o cabracho, el bacalao fresco o salado, etc.  Y por supuesto admite otros ingredientes  que le quedarían de perlas como  las almejas o los  berberechos, o unos delicados  guisantes o tempranas alcachofas.  Es cuestión de ir al mercado y preguntar, preguntar, preguntar….