Desde ahora, y con este nuevo post-receta, reivindico los fideos caldosos, las cazuelas de fideos y todo lo que lleve fideos y esté preparada al modo mediterráneo:)
Se habla largo y tendido de los arroces caldosos, pero nadie quiere saber nada de los fideos caldosos, quizás porque estos se han hundido en una marea- más bien un tsunami- de rámen por aquí, rámen por allá, y nadie se acuerda ya de que los que no somos orientales también comíamos fideos caldosos o secos a nuestra manera.
Los fideos chinos, los noodles de arroz y otros tipos de pasta asiática, aún siendo muy buenas, han eclipsado a nuestros humildes fideos. Las tendencias alimentarias son así de absurdas. El decálogo del buen foodie dice que no debes probar comida viejuna alguna a menos que te la recomiende algún gurú que conoce alguna taberna nueva, perdida en alguna callejuela oscura del Casc Antic , superbiendecorada, con productos bio y manejada por algún hipster supertatuado que hace cocina fusión. Pero si vivís en Barcelona, os habréis fijado, por ejemplo, que la antigua pastelería Escribà, en esa plena Rambla tan maltratada por unos y otros, fue una antigua fábrica de fideos. De hecho existía la profesión de fideuer.
Imagen: Factura de la antigua Fábrica Magin Quer. Blog Ferransala.com
Y eso es así porque los fideos, las pastas alimenticias, en general, se empleaban muchísimo en sopas y cazuelas, con toda clase de caldos, naturales o concentrados, vegetales o cárnicos, si había suerte. Las sopas de fideos se comían para cenar día sí, día también. En escudillas pobres o en platos burgueses, a los catalanes les gustaban los platos donde nadaban los fideos caldosos o el pan junto con cualquier otro ingrediente de estación que calentara el estómago.
La historia del uso de la pasta en la gastronomía catalana, sobre todo de los fideos, no es nada desdeñable. Muchas fábricas han dejado su huella en callejuelas del Born, en las adyadcentes a Plaça Reial o el Mercat de Sant Antoni. Los barceloneses los compraban a granel en los primeros colmados y, más tarde, debidamente envasados, cuando la modernidad nos obligó, por razones sanitarias, a empaquetar todo lo comestible no perecedero. Hoy vuelve con fuerza la venta a granel, pero eso es harina de otro costal.
Pero dejaremos esta interesante historia de las fábricas de pasta y el consumo de fideos en Cataluña para volver a la actualidad. Puesto que llega el tiempo en que nos apetece comer de cuchara, hoy os propongo tener a mano un buen paquete de fideos, a ser posible con unas cuantas setas secas integradas, un buen fondo de carne, mejor si es hecho en casa, algo de carne- nosotros hemos usado jarrete de ternera, pero con contramuslos de pavo es más rápido, grasiento y de fácil digestión- y, si queréis, unas alcachofas o guisantes que, evidentemente, en este tiempo, hemos comprado congelados. Con todo, nos ha salido un platos de fideos caldosos de chuparse los dedos. Buen provecho!