Las gambas al brandy es una receta muy sencilla. Le hemos dado un pequeño toque exótico con un par de productos que casi todo el mundo tiene ya en su cocina: el jengibre y una guindilla o chile. En realidad, es un plato de aprovechamiento que cualquiera con un poco de mano en la cocina puede hacer.

Y es que casi todos los años ocurre lo mismo: llegados a estas fechas hay que acabar con la comida que sobró de las navidades. Es casi inevitable, hemos sido generosos en exceso, hemos comprado grandes cantidades de casi todo como si no hubiera un mañana. Pero no importa, al menos con los alimentos que están bien conservados.

En casa ocurre que siempre tenemos un stock de marisco congelado. Sirven para un roto y un descosido, un arroz improvisado se hace en un plis plas con unas gambas langostineras y una sepia, un guiso sencillo con un poco de marisco se viene arriba, los  hojaldres, tartaletas o aguacates se engrandecen con rellenos de langostinos, y así un largo etcétera de preparaciones. En este caso se trataba de gastar unas gambas langostineras de una manera distinta, poco habitual,  sumergirlas en un baño de sabores para compensar la escasa calidad del marisco que teníamos a mano. Ya se sabe, si no se puede comprar un producto diez, hay que echar mano del ingenio. A veces, nos sorprenden los resultados:)

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