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Hoy os propongo una receta con lubina sencilla, deliciosa y tan fácil que es increíble que esté tan buena. Sé perfectamente que la lubina ha dejado de estar en el pedestal de los pescados que ostentaba hace unos años. «El lobo marino», le llamaban por su voracidad. El hecho de que las mayoría de las lubinas sean de piscifactoría y que su precio, por consiguiente, haya descendido considerablemente la han convertido en «un pescado de segunda«. Qué le vamos a hacer! A todos nos gustaría comer pescado vivo, salvaje, marisco de las Rías gallegas, carne criada en régimen de ganadería extensiva, pollos de corral, verduras ecológicas y de proximidad, etc, etc. Pero nuestros presupuestos  no da para todo esto y la diferencia entre los pobres y los ricos se ve- como siempre- en sus despensas, cuando las hay.

La comida es un indicador social desde que el hombre empezó a dominar el fuego. Nada sería más justo que acabar con esta terrible desigualdad en la que unos pueden comerse las pocas lubinas salvajes que quedan y otros, hacemos maravillas con lo que tenemos a mano. Pero cocinar, al fin y al cabo, no es otra cosa que  sacarle el mayor partido posible al producto que esté a tu alcance. Si es magnífico, mejor. Si no lo es, recuerda que otros no tienen ni eso.

Así que hoy os propongo una receta que puedes hacer con lubina- de piscifactoria o salvaje- o, incluso,  con cualquier pescado blanco que tengas mano, bien fileteado y tratado con mimo. Ya os digo de antemano que puede ser un plato perfectamente navideño para aquellos que no quieran hacer saltar por los aires sus niveles de triglicéridos o, simplemente, que les encante esta mezcla de verduras y pescado, más un aceite de oliva virgen extra de la variedad carrasqueña que me llega  a través de Olive Club.  Nada, pues, de natas líquidas ni de mantequillas esta vez. Puro oro líquido jienense con recuerdos a manzana y frutos secos. Ideal para mi receta!

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En realidad, la idea es muy simple. Se trata, solamente,  de cocer en su justa medida un filete de pescado y unirlo a una crema/salsa de verduras que le acompañen de la manera más armónica posible ( la lubina y el hinojo casan a la perfección). Una pizca de jengibre le dará la chispa que necesita y su crosta de pistachos y ralladura de lima, el crujiente y el frescor cítrico.  De esta forma tenemos un plato muy completo y ligero que puedes comer en un día cualquiera, o en Navidad,  por un precio razonable.

En otras ocasiones hemos hecho recetas semejantes:

Popietas de gallo en papillote con crema de guisantes: 

popietas muy bien

Salmón en crosta con arroz venere

salmon y arroz venere 1