Las paletillas de cabrito son una de nuestras carnes favoritas y, tal y como manda la tradición, las vamos a preparar para comer el domingo de Resurrección.

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En realidad, en nuestro caso,  no se trata tanto de seguir al pie de la letra un precepto religioso, sino de conservar un legado gastronómico: comer para recordar, comer para señalar el principio y el fin de unos periodos,  comer para ser partícipes de una cultura.  Del mismo modo que en Navidad nos gusta introducir en nuestros menús capones y pavos, besugos y lombardas, escudellas, canelones  y turrones,  y en Semana Santa hemos preparado bacalaos de mil y una forma,  ahora nos apetece esta suculenta  y primaveral carne.

 

Sabemos que el cordero tiene una enorme simbología dentro de la cultura judeocristiana, pero para nosotros estas paletillas de cabrito que hoy vamos a preparar están más ligadas al hecho de señalar con una buena comida el fin de la semana de pasión o Semana Santa y, sobre todo, de disfrutar de un producto excelente que está en su mejor momento. No hay más que echar una ojeada a nuestro alrededor y comprobaremos como abril y mayo han llenado los campos de pasto nuevo, de hierbas aromáticas, de la comida que, en definitiva, necesitan estos primerizos corderos, cabritos y ternascos que ahora llegan a nuestra mesa tiernos y jugosos.

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Nuestro plato de hoy necesita muy pocos ingredientes y una gran dosis de paciencia, porque es el dominio de las temperaturas del horno lo que marcará la diferencia, además de un buen producto, entre un cabrito seco y enjuto, o un meloso trozo de carne. Antiguamente, y  aún hoy en día, en muchos pueblos de Aragón y  Extremadura se suelen llevar a hornos de panadería a falta de espacio doméstico donde prepararlos. En muchos de ellos, todavía de leña,  se introducen varias bandejas a la vez con  piezas enteras de cordero que luego comerán toda una familia para festejar que el tiempo de abstinencia se ha acabado o, simplemente, que el invierno ya se fue y ahora toca pasar una página más en nuestro calendario gastronómico.

Buen provecho!