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Biografía

MADRID FUSION 2010

En el auditorio del Palacio de Congresos no cabía un alfiler. Todo empezaba con retraso, para variar, y no había micrófonos suficientes, para variar. La cola de medios que esperaban su acreditación daba la vuelta al recinto pues, a decir de la organización, una caja con montones de tarjetitas naranjas se había perdido. Unas señoritas muy amables, sin perder la compostura, las  preparaban al instante, una a una.

El debate entre periodistas gastronómicos pasó totalmente desapercibido en medio de un alboroto que parecía más propio de un festival de final de curso. José Carlos Capel y su elegante foulard iniciaron el acto con preguntas políticamente correctas y Rafael García Santos lo llevó al terreno que le interesó, al margen de los temas planteados.

García Santos se despachó a gusto con los periodistas que obedecen la voz de sus amos, es decir, aquellos que sirven de voceros de ciertos chefs, se preguntó si la figura del crítico tenía aún credibilidad, habida cuenta de que se comenta y se critica el lugar donde se ha comido y, es obvio, que nadie muerde la mano que le da de comer, comentó la falta de lectores de las revistas especializadas, dirigidas, casi en exclusividad, a la gente del gremio y, por tanto, nada rentables; se preguntó si los restaurantes de alta cocina siguen haciendo caja o, por el contario, nadie se atreve a hablar de las pérdidas millonarias de casi todos ellos, tildó a la alta cocina de demasiado intelectualizada- me imagino yo que se refería a términos como los de cocina tecnoemocional, molecular, el ecochef y demás neologismos- y alejada del vulgo. Las preguntas eran de enjundia y se hacía evidente cierta mala baba. El conductor del acto recondujo el debate hacia aspectos más amables, como la aparición de los blogs de cocina en Internet, pero obtuvo por respuesta un escueto  “Me la trae al pairo”

Adrià salió al escenario acto seguido como un Mihura dispuesto a embestir y a defender su plaza. Hizo cuatro filigranas con agua de lentejas y caña de azúcar, nos puso un vídeo magnífico- ¡qué dominio de la imagen!- y nos convocó a una rueda de prensa a las tres. Eran las dos y yo sin comer.

Con sólo  una bolsita de Nueces de California en la mano me paseé por todos los estands de las comunidades autónomas: Asturias y sus Cabrales, Extremadura y sus jamones de la dehesa, los vinos de la D.O. Jerez- Manzanilla de Sanlúcar, Castilla-León con sus negras morcillas, Baleares con sus tostaditas untadas de bermeja sobrasada. Algún bocadito llegaba hasta mis manos mientras iba recogiendo información de aquí y de allá: una cremita de remolacha, unos judiones de la granja en los que habían sustituido el cerdo y sus derivados por un triste pavo, unas lentejas pardinas con boletus… pecata minuta, en definitiva, porque lo mejor estaba en la sala de prensa donde se daba buena cuenta, con las manos y sin miramientos, de un cordero al horno. Llegué tarde.

A las tres en punto se abrió la rueda de prensa y Adrià dijo lo que todo el mundo ya sabe. Arzak lo apostillaba todo desde el lado izquierdo de la sala, sentado en una silla de cortesía para el maestro, como un traductor simultáneo. Tenía su gracia.

Me hubiera gustado poder saludar a Quique Dacosta y a Iker Erauzkin que andaban por algún estand enseñando al mundo su buen hacer, pero el avión salía pronto. De vuelta a casa pensé que, Gracias a Dios, tenemos una buena cantera, y me hice una tortilla de alcachofas con ajos tiernos.


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Por Ines Butrón
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