No sé si fue Forges quien dijo que para poder escribir en España había que pisar bares y viajar en autobús. Y vive Dios que tiene razón Antonio con tanta coña y tanto dibujo, porque no hay rincón donde disfrute más un español de a pie que apoyado en la barra de un bar o tirándose al cuello de un conductor de autobús.
Cualquier sociólogo sabe, aunque no lo corrobore con un trabajo de campo con mucha estadística, que toda la historia del país está escrita en una pizarra de bar. Y si el colega subvencionado vive en cuestión en un área metropolitana como Dios manda, tendrá material de sobras para tres estudios, un par de novelas y, si le sobra tiempo, para montar un blog con pseudónimo de intelectual.
No hay más que darse una vuelta por algunos de esos barrios donde nos metieron a todos allá por los 60- Cornellá, El Singuerlín- La Mina, El Fondo– y observar cómo han cambiado las cosas. O no…..
Debajo de cada edificio, entre Ramblas, paseos, callejones, se apiñan los bares y sus parroquianos, formando corrillo, criticando al vecino. Mejor cuanto más nuevo, mejor cuanto más moreno o moruno, rumano, chino o bengalí; mejor cuanto más pobre, más analfabeto. Si la rabia se esparciera por los bares como las servilletas por los suelos, el español de a pie – ex paleto, ex “paleta”, ex inmigrante, siempre charnego humillado para sus adentros- habría acabado con la globalización de barrio de una tacada.
Porque la rabia no tiene memoria, sino afán de venganza, y necesita un chivo expiatorio para sus males endémicos de barrio periférico: el abandono, la soledad y la pobreza.
Pero el habitante de piso diminuto, viajante de autobús-bomba, siempre tuvo un remedio para su aislamiento: un bar, un sol y sombra a las nueve, unos caracolillos con hinojo, unos rejos fritos:
bocata lomo-queso con coca-cola! Pasa Manolo?
Aquí estamos.
Dos cañas y unas bravas a dos euros, oiga!!!!!
La caña anti-crisis, oiga!!!
Quieres bragas, guapa? Tengo calzoncillos guapos, karvinklein, guapa. Calcetín de argodón cienporcien.
Frente a la pantalla de Gol Televisión, telediario nacional de extrarradio, a ritmo de manzanitas que escupen monedas, se reúnen el extremeño y su parienta de Don Benito, el murciano con reloj de oro, la nuera- piercing y el niño, un gallego que busca unto para unas feilloas y el andaluz que come sonso frito y salmorejo, a falta de boquerones. Sólo tienen en común una maleta de cartón escondida, una identidad prestada por Cruyff y el odio por todo lo que se menea, ergo, no entiende.
Pero todos están condenados a compartir Rambla y fresquito, terraza, esperanto idiomático:
Película, gafa.. Cuánto???,
30 euros.
10 y vas que ardes!.
Reguetón-reguetón, auténticas arepas fritas, chinos que hacen tortillas españolas como las nuestras- ¡Cómo está el mundo Facundo!-, paquis con olor a curry, mates y dulce de leche, ¿viste?, un lounge-bar fuera de lugar donde canta la Mónica Naranjo y entran chicos de Epilady. Los del bar Mississipi ni se inmutan porque ya, como los casó la ley, no viven en pecado. A los de bar La Blanca Paloma les da igual mientras el ayuntamiento apoquine para romerías y ferias de abril. En la cocina de La Moruna de Écija tienen una peruana mu apañá en los fogones, que la abuela ya no está para tanto trote. A los de los kebab les da igual tres que treintaitrés mientras haya para locutorio y arroz.
Cuando todos teníamos un bar éramos sólo tres tistes tigres que comían trigo en un trigal prestado. Frío y aluminosis en las Viviendas de El Congreso nos hacían salir de nuestras casas para ver pisar el hombre en la luna en algún bar con televisor añejo. Cuando éramos cuatro gatos abandonados a su suerte y las iglesias servían meriendas de leche en polvo, la alegría de ser alguien se compartía en los bares con otros cuatro gatos que no tenían donde caerse muertos. Alguien tarareaba Juanito Valderrama y a alguien le brillaba la pena.
En la España nueva de los nuevos bares, nuevos pobres buscan su lugar en el mundo. Comer con alguien como tú- seas quién seas- es mucho más que perder de vista el hambre.
coach outlet
septiembre 9, 2012 @ 19:46
You can definitely see your expertise in the paintings you write. The world hopes for even more passionate writers such as you who are not afraid to say how they believe. At all times go after your heart. «The point of quotations is that one can use another’s words to be insulting.» by Amanda Cross.