¿Qué le pone usted a las albóndigas?
Pues comino, como siempre.
El comino es demasiado fuerte, la canela hará que los comensales se miren a los ojos.
Con este sencillo consejo arranca Un toque de canela, una de las películas más deliciosas, bella y sugerente que yo he visto en los últimos años sobre temas gastronómicos. Injustamente olvidada, eclipsada- al protagonista le encantaría este término- por otras cintas de idéntico tema, como la recuperada El Festín de Babette, que podremos ver en el Culinary Zinema de San Sebastián, Deliciosa Marta, Como agua para chocolate, Chocolat, la Grande Bouffe o Ratataouille, la pequeña joya animada, en esta historia sencilla el protagonista no es un gran Chef, ni lo pretende. De hecho, fue la necesidad, precisamente, de huir de películas-promocionales y excesivamente centradas en el culto a la personalidad creadora del chef lo que me llevó a buscar una narración donde la comida es sólo una metáfora de la compleja, dolorosa identidad de los seres humanos que no tuvimos la oportunidad de escoger el lugar donde pacer… Además, como no podía ser de otro modo, de una excusa para hablar de la vida y sus entresijos. Lo contrario resulta pedante, cansino y pretencioso. Recomiendo en este punto el libro de Manuel Vázquez Sallés, Comer con los ojos.
No es la grandeza de la creación artística lo que arrastra al niño a los fogones, siempre inabarcable, como el universo que su abuelo le enseña a descubrir a través de las especies, sino el dolor de una pérdida. Arrancado por la fuerza de su hogar por una deportación política, lejos de su abuelo- un sabio gastro-astrónomo- y de sus raíces, del amor incipiente, una criatura busca refugio en una cocinita de juguete y crea con ella un microcosmos personal en el que la frontera interpuesta se desvanece en cada hervor.
Con una sonrisa tierna se contempla esta película de griegos y turcos, siempre dependientes y siempre en armas, sin que un reproche se lleve por delante la buena fe de este viaje a la Ítaca culinaria de sus protagonistas. Sólo al final de este periplo lleno de reencuentros, separaciones, decepciones, aprendizajes y estaciones finales bajo tierra, vemos unas lágrimas: un poco de emoción desbordada, al fin, en medio de una admirable aceptación de cuanto la vida nos depara. Humildad y sabiduría en estado culinario….
Un toque de canela es la visión de la cocina como lo que es: refugio, hogar, añoranza, melancolía, instinto, poesía, fortaleza, al fin, dominio de los sentidos y generosidad para hacer de ellos el punto de encuentro de una comunidad que se agarra a sus sabores como único vestigio de lo que fueron.
Hoy encontré esta receta mil veces cocinada en casa. Alguien anda por ahí haciendo homenajes a mis ancestros-pensé- Y me fui a llorar a la cocina.
Sopa de tomate con hierbabuena de jerez.
Regalos Promocionales
septiembre 18, 2012 @ 10:02
No conocía estaa peli, seguro que vale muchísimo la pena. Me la apuntaré para verla un dñia de estos. La sopa de tomate se ve deliciosa! Voy a verme la receta 😉