Aprovechando el letargo del verano, he podido leer, por fin, una de las publicaciones básicas de estos dos últimos años en materia gastronómica. La Cocina de los Valientes, de Pau Arenós,  se enmarca dentro de lo que podríamos llamar ensayo gastronómico, género muy poco cultivado en España.

Supongo que, precisamente por esa razón, los libros que pretenden abordarlo adolecen de un cierto desorden estructural. Falta  en casi todos ellos un guión bien armado,  unas notas a pie de página, bibliografía y  buena documentación  para que el lector no tenga la impresión de que el autor ha recopilado, sin más, cientos de anécdotas, artículos- muy bien escritos, sin duda, en este caso, y mérito de Pau Arenós a quien admiro –  y vivencias  que le dan un carácter subjetivo, vívido, defensivo, a veces,  beligerante, otras.

Quizás  todo lo anterior no sea para la mayoría de los lectores objeto de crítica, sino que  forma parte de la libertad de estilo, y de expresión, también, por supuesto. Hay que reconocer que escribir sobre todo los acontecimientos, asuntos, preocupaciones y hechos que han ocurrido en estos últimos cinco años en la alta cocina española sin aburrir al lector es ya todo un mérito. Pero, insisto, de la misma manera que el libro empieza con un esquema  magnífico  y un decálogo clarísimo con los postulados tecnoemocionales, un ejercicio  intelectual muy loable que a mí, por lo menos, me permite situarme y comprender los distintos estadios, su evolución y sus protagonistas, tampoco hubiera estado de más que el resto del ensayo se hubiera subdividido de alguna forma, más que nada para evitar que los temas surjan como esporas al hilo de una reflexión,  más o menos brillante,  sobre cualquier asunto.

Como en todos los ensayos, uno tiene una tesis que quiere defender  y, por tanto, se apoya en todas aquellas argumentaciones y datos que llevan la harina a su costal.  El desapego no suele ser una virtud del ensayista, porque entonces perdería brío, se apagaría el furor. Pero el desapego u objetividad es necesario como acto de constricción porque evita caer en ataques innecesarios- Santamaría. Otra vez!-  o en incomprensiones del tipo los intelectuales no entienden la cocina de vanguardia. Los intelectuales son unos retrógrados. Incluso  caer en un título que puede llegar a ser ofensivo para muchos: si estos son los grandes genios, los valientes, los arriesgados, los que han ayudado a levantar a un país, qué son los que  no se apuntaron a la moda tecnoemocional? Unos cobardes, pusilánimes, empresarios sin coraje, trabajadores de los fogones en la mediocridad y el anonimato?

Al margen de esto, poco más cabe comentar de la Cocina de los Valientes  más que es un libro de lectura ágil, escrito por  Pau Arenós, el  portavoz intelectual de la cocina de vanguardia, para mayor gloria de sus artífices y, de paso, para que el lector no especializado pueda sumergirse en este lustro de grandes triunfos gastronómicos y seguir sin saber  el por qué.