Entramos en Opera Sanfaina expectantes y, sin embargo, unir la comida a las artes escénicas, la música y lo audiovisual no es una novedad. Seguramente habrás oído algo sobre la ópera gastronómica de los hermanos Roca, El Somni. Para algunos, una saturación de los sentidos que apartaba al comensal de lo verdaderamente importante. Pero la puerta se había abierto ya, y, como en otras ocasiones, los Roca y su equipo crearon tendencia. La ópera en 12 platos que nos proponían entonces dio paso a otras «experiencias gastronómicas » más o menos en la misma dirección. Es el caso de Sublimotion, de Paco Roncero, cuyo comedor exclusivísimo es el escenario donde se representa un nuevo concepto gastronómico, el primer gran espectáculo gastronómico del mundo
La exclusividad no es, sin embargo, el propósito de Opera Samfaina, un proyecto en el que participan personas de diferentes disciplinas, pero relacionadas con la gastronomía de un modo u otro, sino todo lo contrario: su objetivo es permitir que cualquiera entre en este mundo surrealista y rocambolesco para recorrer los hitos de nuestra cultura gastronómica. No es pues un restaurante, como bien dicen Annette Abstoss y Jordi Armengol, creadores de la oferta gastronómica de Ópera Sanfaina : no se trata de competir con ellos, sino de ofrecer una experiencia sensorial y gastronómica donde los productos catalanes sean los protagonistas.
El alma mater de esta Samfaina que ahora se estrena junto al Gran teatro del Liceu es el escenógrafo Fran Aleu, quien ya colaboró con los Roca en su Somni. El libreto de esta Opera comestible– opereta, divertimento, mitología de la gastronomía catalana con afán desmitificador- es una mezcla de iconos que el espectador local reconoce y le provocan una sonrisa- un Zeus que ansía unas anchoas, un Jordi Roca arrancando butifarras a un dragón, un pessebre de quesos, etc, etc- y, al foráneo le deja tan boquiabierto como La Pedrera o un espectáculo del Comediants ( estos catalanes!!!).
Una vez recibida la clase magistral de «cultura gastro» a través de dioramas, el comensal se encuentra con varios espacios: la heladería Rocambolesc que ha dejado atrás, el mercado, la vermutería en la planta primera- todo esto ocurre en los sótanos del Liceu- la zona de la tapa solidaria donde se ofrecen tapas de los grandes cocineros del país y cuya recaudación va a parar al Casal dels Infants del Raval, la zona de lácteos, el caganer gigante con sus «sorpresitas de chocolate», un comedor privado que abrirá en el futuro, y el espacio de «La Diva«, una gran mesa redonda donde se ofrecen unos platillos básicos de la cocina catalana. Todo ello amenizado y explicado por un camarero-groupier-showman que se encarga de ir sacándolos de su carrito (creado exprofeso para Opera Samfaina) y de conectar las imágenes que danzarán bajo los platos.
Quizás sea este el espacio de Ópera Sanfaina más sorprendente de todos, y ya es difícil, después de estar expuesto a una decoración abigarrada en la que han trabajado artesanos de todas clases, se han creado mecanismos de todos tipos, o los cocineros aparecen y desaparecen tras unos ojos de buey cuando menos te lo esperas. Quizás sólo eché a faltar una cosa: un poco de ópera!!!!!