Estamos enamorados de los bocadillos, ese matrimonio perfecto de un pan del día con un montón de ingredientes. Pero, preparar un buen bocadillo, no es tan sencillo. Requiere que todos los alimentos sean de calidad, porque en esta simple receta no hay trampa ni cartón, todo está a la vista, al alcance del primer mordisco.
Sin embargo, si hiciéramos una estadística, estoy casi segura de que la mayoría de los españoles soluciona alguna de sus comidas diarias con bocadillos. En los patios de colegio, en las obras en construcción, en la montaña, mochila a cuestas, sobre la arena, al atardecer, en los hospitales inhóspitos, en los viajes y las esperas, de estación en estación…. Siempre hay un día en nuestras vidas que está marcado por aquel buen bocadillo que nos prepararon en el momento justo. Para alimentar, consolar o acompañar, alguien bueno como el pan nos hizo un salvavidas comestible.
Un buen bocadillo es una condensación de armonía y buen gusto, de amor por el pan y sus atributos. Todo lo comestible lo puede abrazar una masa, ser transportado y devorado cuando y donde uno quiera. Son las migajas de la libertad.… Cuando es bueno, bonito y barato es como encontrar la gallina de los huevos de oro ( otro día hablaremos de huevos y tortillas) . Un negocio puede sobrevivir años haciendo sólo buenos bocadillos.
Ya seas albañil , adolescente de estirón insostenible, señorita de Pedralbes, pensionista de largo recorrido, conductor de «fregoneta«, de mercadillo en mercadillo, a ti no te faltarán nunca buenos bocadillos, tu buen bocata. De tortilla calentita, de jamón-de-bellota -con chorreras, de calamares, orondos y castizos, de chorizo de Cantimpalo, masculino y curtido, o de carne de membrillo, ese cacho pan, gloria bendita, merece un respeto. ¿ O no?
Los bocadillos de Granja Elena
Este lugar es ya de obligado peregrinaje. No os contaré nada que vosotros ya no sepáis de Borja Sierra, pues es cocinero humilde que hace cocina de altos vuelos con los pies en el suelo. Todo lo que toca lo convierte en bueno.
A una servidora, que tuvo el gusto y el placer de ir un día con él al mercado de su barrio, no se le olvidará nunca el ambiente de aquella mañana lluviosa en su pequeña «granja» ( antes charcutería, ahora restaurante), llena a reventar de gente metiéndose entre pecho y espalda cazuelas de callos o mil hojas de lengua de ternera con foie y pera. Montañas de bocadillos me observaban y me sacaban la lengua de lechuga, chorreaban brie y sobrasada, me rodeaban, volaban por entre las mesas con más y más café. Pan del Forn Beltrán, por cierto, de Badalona. Un lugar que conozco bien. Buena elección.
Los bocadillos del Quimet d’Horta
Érase un mediodía soleado, en Horta. Sábado de mercado, plaza Ibiza al completo disfrutando del solecito de invierno, una entrada chula, con sillas de mimbre y toldo limpio, bien rotulado. Un bar con mucha parroquia fiel, de los de partidilla de algo havent dinat. Buena barra, con clase y señorío de madera y mármol, muy pulida, y mucha botellita en estanterías ( cuánto polvo pá limpiar!). Icono comestible del barrio, el Quimet d’Horta es todo un clásico donde se toma el vermut y las bravas dominicales .
Nos recomiendan que vayamos a probar estas populares chapatas que nos solucionan una comida a una hora que no es ni temprana ni tardía, y nosotros no nos prodigamos por los lugares del brunch. Pedimos sandwich de salmón y queso azul y una butifarra acompañada de calçots. Se le podría sacar más partido.
Los bocadillos del Conesa
Me encantaba el bocata aranés, de roquefort, bacon y cebolla. Pero de esos hace ya casi 15 años. Ahora está sepultado bajo una alud de turistas que miran el pessebre, el ayuntamiento o la nada.
Entonces, salía de la Hofmann a toda prisa, bolsa de cuchillos y bañador en mano, me comía mi bocata y me iba a las Picornell. Era una promesa que le hice a mi traumatólogo. Le cambié la piscina por la rehabilitación post operatoria para poder ir a estudiar cocina. Momento Conesa/ momento paz.
Los bocadillos de Sagàs.
Pagesos y cocineros. Entre el Porc, Boig per tu y este enclave bocadillero, los de can Rovira han creado un microcosmos de delicias porcinas del que yo sólo saldría para ir a Vilaviniteca a por un vino y un poco de queso del que recomendara Eva Vila. No os vayáis sin probar algo que tenga sobrasada de cal Rovira. Está de muerte súbita.
Todo eco, todo elegante, todo buenísimo. Algo más caro, menos populachero. Muy buen pan de coca. No os perdáis el de pollo asado con ciruelas y la próxima navidad fijo que haréis un capón del Prat que os dé para 100 bocatas como ese:)
Perritos gourmets, de clase alta, para nocturnos que van o vienen de Luz de Gas, o de cualquier sitio donde la gente guapa se lo pasa bien por esa zona. Hay que mancharse un poquito porque el panecillo está llenito de ingredientes ( es la gracia, no?) y siempre hay alguno que se resbala. El guacamole o la salsa al curry van a parar a tu bonito pantalón. Comer un buen perrito sin sobresaltos requiere su técnica.
Para parejas que se tengan mucha confianza o colegas que lo quemen todo en los gimnasios.
Imagen. Le Cool Barcelona
La Porca: el bocadillo sanote.
Uno de nuestros últimos descubrimientos. Local super pequeñito en Poble Sec ( id de los primeros) al lado de todos esos sitios donde se venden pinchos plastificados. Todo el producto fresco es de Can Garrigosa porque estos chicos aman el producto local y de temporada. La madre del propietario se encarga de los platillos con soltura de cocinera «sin humos». Su pan cruje como el de cristal, lo que hace que los ingredientes estén menos «camuflados». También tienen buenas cervezas artesanales y platillos. Nosotros probamos la ensaladilla rusa con toques murcianos, es decir, con encurtidos y estaba de lo más resultona. Muchas grupos de amigos se concentran allí al mediodía para comer albóndigas, ensaladas y, cómo no, bocata de cerdo asado, el rey de la carta. Te lo recomendamos
El Nuevo Santa Burg o el steackhouse de Allain Guiard.
Me encanta este sitio, esta carne, estas hamburguesas… Todo lo que hace Allain. Lo conocí cuando abrió el primer Santa Burg y he de decir que no ha defraudado a nadie desde entonces.
Hay muchísimas hamburgueserías gourmets en Barcelona y algunas muy buenas, como el primer y minúsculo Bacoa frente a Santa Caterina ( me encantó. Ahora es un imperio que desconozco), El Filete Ruso, El Comolocas, donde dos chicas se dejan la piel para dar de comer informal y rico, el People Bread and Burger, con muy buen pan y muy buen tino para dejarlo todo en su punto. Pero me he decantado por la primera opción porque creo que da un paso más allá, es una cocina perfecta bajo el paraguas de lo casual e informal.
Las mejores pitas de Barcelona no podían faltar en esta mini guía y están en Parking Pita, naturalmente:
