Caponata siciliana o el gran plato de la cucina povera o cocina pobre, pero muy suculenta. Así es como llaman los italianos a estos platos tradicionales que tienen como base unos ingredientes muy humildes, algunos, como en el caso de esta receta, absolutamente vegetales, pero cuya combinación de sabores la convierten en un gran plato, perfecto para  cualquier mesa que quiera comer muy dignamente y de una forma saludable.

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Últimamente estoy empeñada en rescatar de los recetarios de la cultura gastronómica mediterránea, occidental y oriental,  ya sea plato andaluz, levantino, marroquí, griego, italiano, libanés o  turco, aquellas elaboraciones que permitieron a nuestros antepasados sobrevivir y comer con poco, pero de una manera gloriosa, ya que su ingenio- ya sabemos que nada agudiza más la imaginación que el hambre- consiguió que pasaran a la historia como ejemplos de una combinación de elementos perfecta para proporcionar por igual el placer gastronómico del buen comer, un sabor extraordinario y un nivel de salubridad que cualquier nutricionista actual aprobaría. Un buen ejemplo de ello es esta caponata siciliana, receta de aprovechamiento de todo cuanto la tierra da durante la temporada estival, más ese toque de salmuera y acidez que proporcionan las aceitunas, las alcaparras y el vinagre blanco, el dulzor de las pasas y los piñones,  el perfume  herbáceo de la albahaca y la textura fantástica de unas berenjenas estofadas en buen aceite de oliva.

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Obviamente, no debemos pensar con los parámetros actuales y creer que el sur de Italia, como los habitantes de cualquier rincón mediterráneo,  estaba lleno de vegetarianos convencidos. Nunca   fue una opción alimentaria por decisión propia del pueblo llano- pescadores, campesinos, agricultores- , sino que en sus mesas abundaban los vegetales porque, simplemente,  la carne era privilegio de unos pocos, por lo que había que ingeniárselas con legumbres, cereales, verduras, hortalizas, frutos secos, hierbas aromáticas, salazones y encurtidos y, solo ocasionalmente, algo de proteína animal. ¿Te parece que esto no es, precisamente, lo que nuestra sociedad demanda de la alimentación actual? Pues bien, aquí tienes un ejemplo de que para conseguirlo  basta con echar la vista atrás.

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