El mes de noviembre es uno de los mejores para la pesca del calamar en el Mediterráneo por lo que no quería dejar pasar la ocasión de presentar una receta con este cefalópodo tan preciado. Es cierto, sin embargo, que pocas veces tenemos la oportunidad de comprar un buen calamar de potera. Todo el pescado de costa es escaso y caro, el mar no da para más. En esas ocasiones excepcionales, lo mejor es no tocar demasiado el producto y hacerlo sobre una plancha donde se respetará cuidadosamente el tiempo de cocción si no queréis convertirlo en una goma indigerible. A lo sumo, me atrevería a freírlos a la andaluza. Sin embargo, a falta de cefalópodos extraordinarios, tenemos ejemplares de piscifactoria que dan buenos resultados en este tipo de preparaciones- arroces, guisos, rellenos- que hoy os presentamos.
Este es un plato que gusta mucho en nuestra casa, admite mil variantes en sus rellenos ( mariscos, pecado, carnes, huevo, setas y hasta puré de patata). De hecho, quizás recordaréis la receta que hace poco pusimos de los calamares rellenos a la manera clásica, una de las mejores maneras de presentarlos.
En esta ocasión, en cambio, hemos optado por un relleno más ligero porque tengo la suerte de contar con la mejor parada de pollos del mundo mundial ( ya os hablaré un día de Beatriz y sus amigas de El Fondo) y ,en una de mis visitas, me ofrecieron un relleno que me pareció ideal para hamburguesas, lasañas, filetes rusos, albóndigas, o, por qué no, unos chipirones rellenos.
Además de este relleno, yo os aconsejo que antes de prepararlos tengáis a manso una buena salsa de tomate casera. Si es siguiendo nuestra receta, mucho mejor:) Con una buena pasta como esta que yo compré en el mercado de Santa Caterina, en Barcelona, os aseguro que tendréis un plato diez para servir en días especiales.