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Seguramente habréis oído hablar alguna vez del civet de jabalí, pero lo más seguro que es que no te hayas atrevido a  preparar estos clásicos platos de caza pensando que son difíciles y de cocción larga. Lo primero no es cierto, puesto que no deja de ser  un estofado de carne que necesita un marinado previo. En cuanto a lo segundo, os diré que no andáis muy  errados,  porque cualquier carne de un animal que no ha sido cebado por el hombre y que viva en el monte, libre, y correteando de un lado para otro todo el día,  tiene una carne prieta. Por eso necesita un maridado previo y que lo pongamos a fuego lento durante unas tres horas. Pero el resultado vale la pena, pues cambiamos esa textura ultratierna que tienen  sus primos los cerdos corrientes,  cebados  para su engorde rápido,  por un sabor a monte y  a hierba extraordinario. No es de extrañar, pues, que el  civet de jabalí sea un  gran plato clásico desde la Edad Media, cuando los bosques estaban llenas de animales que el hombre consumía con fruición.

Los que seguís este blog ya sabéis que nos gusta la caza. Hemos preparado, desde simples platos con conejo, a grandes elaboraciones con cabra hispánica salvaje.

Conejo a la cazadora

CONEJO A LA CAZADORA

Goulash de cabra hispánica salvaje

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Hoy vamos, pues, a utilizar el jabalí, uno de los animales más corrientes entre los recetarios dedicados a la caza mayor. Y vamos a preparar un gran civet que acompañaremos con  unas chalotas glaseadas y unas castañas. Más otoñal, imposible!