otoño Toñín

Imagen: Toni Butrón

Los boniatos son uno de los productos estrella del otoño. También llamado batata, tiene múltiples aplicaciones ne la cocina, tanto dulce como salada. Seguramente, lo primero que se nos ocurre es pensar en los boniatos  calientes que venden las castañeras durante el mes de octubre y que  comemos sin más, acompañando unas castañas y un poco de vino dulce. Pero en  puré o cortado en finas chips, los boniatos pueden poner ese contrapunto dulzón a múltiples platos de carne, guisos otoñales profundos y densos, sabrosos y tiernos, hechos a fuego lento.

Originario de América, como las patatas- el tubérculo más consumido- el boniato es un alimento muy energético que debe ser consumido con moderación, ya que hay que contar con esa carga extra de azúcar que lo hace tan particular y delicioso,  pero doblemente calórico. Las cremas de boniato, por ejemplo son muy reconfortantes en los días fríos, pero no son recomendables si sufrimos diabetes. Dicho esto,  a nosotros nos gusta consumirlo cada otoño en alguna receta que nos recuerde el ciclo estacional en el que estamos, pues, como bien sabéis los que seguís este blog, nuestro lema es siempre cocinar con productos de temporada.

 

 

En esta ocasión, ya casi en vísperas  de la festividad de Todos los Santos,  os presentamos la última de nuestras recetas  otoñales dedicadas a este menú tan especial, banquete  funerario en otras latitudes del mundo. Es un postre sencillo con el que cae la última de las hojas de esta propuesta. Esperamos que os animéis a probarlo si  os apetece algo distinto  a lo tradicional en estos días. Es una receta muy sencilla, que se hace apenas en media hora si se tienen asados los boniatos,  y, lo más importante, que tiene un coste muy bajo, para que nadie se quede sin dulce celebración, sea cual  sea tu presupuesto.

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