La lavanda es una maravillosa planta aromática de  color violeta. En la Provenza francesa  inunda campos enteros convirtiéndolos en maravillosos paisajes cuyo color liláceo inspira a artistas que encuentran la luz y el fragor en esta tierra. Normalmente, habréis visto que la lavanda está muy presente en perfumería y cosmética, pero también es posible utilizar su suave y delicado aroma en la cocina, preparando tartas, bizcochos o, en este caso, aromatizando delicadamente una crema pastelera.

No hace mucho hemos cocinado  un pollo muy sencillo cuyo único secreto, si es que este asado tan simple tenía alguno, es que utilizamos unas naranjas y unas flores de esta magnífica planta aromática para preparar  ave, plato tan dominical y habitual en nuestras mesas  convertida, de pronto, en una receta un poco más elegante, más sutil, diría yo.

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Tener un poco de lavanda en casa no es muy difícil. En los meses de junio y julio está en plena floración, por lo que os será fácil encontrarala en cualquier gárden o tienda especializada. Después, basta trasplantarla a una maceta amplia o una jardinera y tendréis vuestra propia planta azulona, decorativa, fragante y lista para que la dejéis secar o la empléeis en fresco para mil y una preparaciones.

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Lo que hoy os presentamos es una simple crema pastelera en la que en lugar de usar  vainilla hemos añadido unas ramas de nuestra planta, canela y unas cáscaras de naranja, para cambiarla un poco y comprobar que el resultado es fresco y sutil, tal y como nos gustan los postres de verano. Después la hemos dejado enfriar y la hemos acompañado de unas galletas con almendras que teníamos por casa. Fácil, ¿verdad? Os dejamos con la receta y esperamos que la disfrutes. ¡Buen provecho!