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Esta mousse de chocolate está dedicada a los enamorados….del chocolate.

Normalmente no suelo hacer muchos postres. Mantengo una cruzada inútil- lo sé- contra el exceso de azúcares en los hogares españoles y la infantilización del paladar a la que nos está acostumbrando la industria agroalimentaria y nuestra pereza para meternos en la cocina.    Pero yo insisto, erre que erre,  predicando con el ejemplo.

Los que seguís este blog, sabéis que, por otra parte,  detesto la bollería industrial – las verdaderas armas de destrucción masiva- por lo que  sólo justifico la repostería cuando en nuestras familias hay  niños y adolescentes que tienen un gasto energético muy grande, o como culminación de una comida de celebración especial. Por eso,  de vez en cuando,  me gusta hacer magdalenas caseras, un buen bizcocho, sobre todo con frutos secos y  miel, perfectos para las  meriendas y los desayunos de los más pequeños  ( o no tanto) de la casa, algún postre clásico y nutritivo, como las natillas o  flanes , el delicioso arroz con leche,  y quizás, algunas tartas, más o menos elaboradas,  en días señalados, sobre todo las que llevan frutas de temporada. Pero no es norma en esta casa  recurrir al azúcar con frecuencia ( indicio de que algo va francamente mal)  y, en cambio, nos neguemos a  comer los típicos platos de legumbres, cereales  y  carne de cerdo porque decimos que  son «muy calóricos«.

En cualquier caso, como este no es el momento de dar lecciones de nutrición y coherencia a nadie, ni de alarmar al personal con una  futura plaga  bíblica de diabetes , hoy voy a explicaros como he hecho esta simple mousse de chocolate a la naranja que sólo tiene por objetivo sustituir la típica caja de bombones  con corazoncitos del súper ( para San Valentín no te lanzan  flechas, te sablean!) y dedicar un poco de tu tiempo  a cocinar para alguien. Ya sabes, no hay amor más sincero que el amor de un cocinero.

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