Si buscáis la receta de ternera Strogonoff en Internet seguramente os saldrá que es un plato del siglo XIX de origen ruso.  Esto es una verdad a medias, ya que el cocinero que la creo fue francés, un tal Dupont que trabajó en San Petersburgo en un siglo en que la alta cocina estaba dominada por los modos y los platos franceses. Tras la revolución francesa, y habida cuenta de que muchos de esos marmitones se habían quedado sin la aristocracia que demandaba sus servicios, emigraron a otros países donde los regímenes absolutistas permanecían en el poder. De ahí que muchos sirvieran para personajes rusos de alta alcurnia en la época de esplendor de los zares de la Gran Rusia y que los gustos galos dejaran su impronta en las mesas rusas con muchos platos cuyos nombres ya nos indican su procedencia.

Son recetas inmortales, el tiempo las ha consolidado hasta convertirlas en clásicos,  nunca dejan de prepararse  en alguna ocasión especial,  aunque pasen por épocas de esplendor y otras de decadencia u olvido. También es obvio que, a medida que se esparce por el mundo va añadiendo ingredientes y aromas nuevos.  Es la grandeza de la cocina: su capacidad de amalgamar voces distintas sin importar su origen.

La ternera Strogonoff tuvo mucho éxito en países tan distintos como China o Brasil y, estos a su vez, la importaron a Estados Unidos donde conseguir una buena ternera no era ningún problema, ya que sus cabañas bovinas son las más numerosas del mundo.

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A nosotros nos gusta, de vez en cuando, recurrir a elaboraciones que algunos llamaran vintage, demodées, viejunas  o como  quieran llamarles, porque lo que nos importa no son las tendencias alimentarias, sino intentar variar nuestros menús y sacarle partido a aquello que ya tengo en la nevera o en el congelador. Creo que lo he dicho más de una vez, pero no está de más repetirlo: las recetas son una sugerencia. Lo importante es comprar un producto y, a partir, de ahí sacarle el mayor provecho con tus propios recursos culinarios. Eso es todo.

Y dicho esto,  en mi congelador había un solomillo ibérico, chalotas  y un surtido de setas.  ¡Estaba cantado! Hoy toca solomillo Strogonoff a nuestra manera.