Durante siglos el único reducto exclusivamente femenino fue la cocina. El hogar, entendido como lugar de encuentro del grupo social en torno al fuego, tuvo muros infranqueables para generaciones de féminas que acabaron por aborrecerlo. Al castigo de la maternidad continuada, de la sumisión a la voluntad masculina, se le sumó la esclavitud diaria […]
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