La ensalada de lentejas que hoy os presentamos tiene tantas variantes como personas y paladares hay en este mundo. Cada vez que la hago pienso en mi madre, que en gloria esté. ¿Tantos berrinches que le hice pasar para que que me acostumbrara a comer un buen plato de lentejas!. En aquella época se comían semanalmente en todas las casas- los buenos hábitos se aprenden en familia-: estofadas con un poco de cerdo – un chorizo  más o menos picante, una morcilla, de arroz o cebolla,  o, en su defecto,  butifarra negra  para aumentar el aporte de hierro, tal vez un poquito de buen tocino ibérico, en los días de más frío-,  una cabeza de ajos, medio pimiento, una cebolla con un clavo de olor clavada en medio para que no se perdiera en la olla, un tomate, el laurel, el pimentón al final, y, a veces, cuando quedaban un poco líquidas,  se le echaba un puñadito de arroz que había que comerse rápido, antes de que se pasara. Lo que quedaba, lo bajábamos en una bolsa para los gatos de la vecina que se hacían un festín de legumbres.

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Lentejas estofadas con torreznos de Soria

Quién me lo iba a decir a mí, pues, ahora que ya soy una adulta,  que no sólo las iba a disfrutar calientes en invierno, sino incluso en verano, cuando las preparo en ensalada y me las como fresquitas en uno de esos días tórridos de verano en los que lo que menos apetece es complicarse la vida con platos difíciles y pesados.

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Aquí os dejamos una de las muchas ensaladas de lentejas que podéis hacer, pero como veis el panorama es infinito. En la segunda imagen os dejo también nuestras lentejas belugas con hortalizas asadas al horno previamente,  huevo cocido y lechuga. Comer bien en verano también es posible! Buen provecho!

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