Febrero es el mes de las buenas remolachas, una raíz con multitud de propiedades nutritivas. En invierno, cuando el frío arrecia, vale la pena aprovechar estas raíces que quedan bajo tierra, como los rabanitos, el apionabo, las chiribías, el hinojo o el colynabo, para introducirlas en nuestras cremas, ensaladas, mezclarlas en platos de verduras reconfortantes de hoja verde con legumbres y cereales, o, simplemente, buscar otras alternativas más atractivas, como esta tarta que hoy os proponemos.
Puesto que la remolacha tiene un sabor bastante dulce– de hecho, parte de su producción va destinada a la elaboración de azúcar- queda perfectamente bien cuando se combina con quesos algo salados, como el queso feta, uno de nuestros preferidos, pero tú puedes cambiarlo por cualquier otro de tu gusto, como el clásico rulo de cabra
Si cueces la remolacha previamente ( yo no suelo comprarla cocida porque me gusta también aprovechar sus tallos y hojas), hacer esta tarta no te llevará más de media hora y es una solución perfecta para una comida rápida, llevar un trozo en un tupper y saltarte la rutina de la pasta cocida de siempre o, simplemente, cenar muy bien con poco esfuerzo.