Estas albóndigas de rabo de ternera, o de toro en algunos casos,  no son necesariamente para aficionados  a la fiesta de los toros, pero para hacerlas te has de armar de valor y coger al toro por los cuernos.  Si además pretendes  «salir por la puerta grande»,  una buena dosis de paciencia tampoco te irá mal. Con todo, si yo las he hecho, tu también puedes prepararlas. Al fin y al cabo estoy hablando de un plato lento, un poco laborioso, no difícil.

Como todas las albóndigas, y creo que en este blog hemos hecho unas cuantas, la base es una carne picada, generalmente de cerdo y ternera,  que especiamos y salpimentamos a nuestro gusto, mezclada con miga de pan remojada en leche, huevo y pan rallado. La salsa que la acompañe es cuestión de gustos. Puede ser una simple salsa de tomate casero, una salsa jardinera,  una sobrehusa o una salsa que sea la mezcla de sabores de la tierra y el mar tan habitual en Catalunya.  En este link podrás encontrar todas las que hemos hecho hasta el momento.

ALBON JARD MUY BIEN ANTONIO

En este caso, la idea de hacer albóndigas con el rabo de vaca  se me ocurrió a posteriori,  después de hacer el típico rabo de ternera a la cordobesa. Simplemente, como me pasa muchas veces,  hice comida como para alimentar a un regimiento y me sobró carne y bastante salsa. Pensé en congelarla en diferentes tuppers- esta opción era perfectamente viable-. Este rabo de ternera que ves en la foto, por ejemplo,  también sirvió para preparar algunos tuppers. En este caso, lo acompañé con unas pequeñas patatas salteadas en mantequilla y hierbas aromáticas que nunca deben congelarse.

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Sin embargo, en esta ocasión me decidí por darle una vuelta de tuerca y preparar unas albóndigas de rabo de ternera con un vino espectacular que me habían regalado y con el que, obviamente, acompañamos el plato una vez en la mesa.  Podéis llamar a esto cocina de aprovechamiento, pero para mí resulta de lo más obvio «estirar» una receta dándole una segunda vida a las sobras, pues al fin y al cabo, la carne ya estaba lista y melosa, como debe quedar, y la salsa,  de muerte. Podía haber preparado un arroz con esa misma cazuela o, simplemente, hacerlo saber » a mis seres queridos» para que vinieran  a casa en busca de su ración de cariño. Pero como llegan las navidades, ya habrá momento para ello,  y  este fue el resultado final que nos zampamos el día del cumpleaños de mi hijo y no quedó ni una! Buen provecho!

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