Estos guisantes a la francesa  con patatas parisienne, a pesar de su pomposo nombre, es  una de las muchas recetas sencillas y de aprovechamiento que hemos hecho durante estos dos largos meses de confinamiento. Es la suerte de la lengua de nuestros vecinos, que todo lo envuelve en un glamour perfecto para hacer creer al más pintado que has estudiado en le Cordon Bleu con discípulos de Escoffier, cuando, en realidad, para hacer estos guisantes a la francesa lo único que has hecho es echar mano de una bolsa de guisantes congelados, un bote de patatitas ya peladas y cocidas, un poco de bacon, cebolla, mantequilla y unas hojitas de menta que nunca faltan en mi mesa de primavera. Intríngulis de La selva del lenguaje, que diría mi admirado José Antonio Marina: una cosa es lo que  se dice y otra muy distinta es lo que el interlocutor entiende o quiere creer que entiende.  Ojo a este detalle cuando leas una carta de restaurante.

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Una vez destapado el misterio de estos guisantes a la francesa solo quiero reivindicar desde aquí, ahora que «ho tenim més fumut ( más jodido) para comprar cuando a uno le de la gana, a no ser que no te importe hacer una hora de cola como en los peores tiempos de posguerra o te pongas en una lista de espera de una semana para que te traigan una caja de productos tras una compra on line, el valor de una buena conserva o un congelado. Yo siempre suelo aprovisionarme de algunos básicos: espinacas, guisantes, setas, mini zanahorias, amén de latas de pescado, botes de pimientos del piquillo, espárragos, un buen tomate, legumbres cocidas y, cómo no, estas patatitas. Con ellos puedo apañar una comida  o resolver una simple cena, usarlas como guarnición o, cómo en este caso, sacarme de la maga un plato completo en uno de esos primeros días del histórico estado de alarma en los que la gente vació todo el stock de papel higiénico y los sobres de levadura almacenados hasta la próxima década. Parece que nos tomamos al pie de la letra eso de «Con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho«.

de revista

Y dicho esto, paso a explicaros como hacer este plato para novatos y para los que odian no poder hablar con su tendero, echarse unas risas con la panadera,  que madruga más que tú y está más guapa que un san Luís,  no poder  pasear por el mercado en un día de primavera y guisantes,  no pisar la tierra donde crecen los frutales…Vamos, lo que viene siendo «salir a comprar» y disfrutar del espectáculo de la comida, el paisaje y sus gentes.