Vichissoise y cigalitas andaban el otro día por mi cocina, cada una por su lado, como no queriendo saber nada la una de las otras. Pero yo intuía que podríamos llegar a un acuerdo interesante, sin demasiada complicación, pero lo justo como para darle a una de mis sopas frías favoritas ese toque gourmet que tanto gusta en ocasiones especiales. De hecho, tampoco era tan arriesgado. Sabía que en cremas calientes o frías los langostinos y las gambas le van de perlas, sobre todo a a aquellas que se suelen hacer con verduras,  raíces suaves o perfumadas,  como el céleri, la coliflor o el calabacín, que necesitan ese contrapunto que le de un plus de elegancia o de sabor inusitado, pero armonioso.

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Así pues, Vichissoise y cigalitas que estaban destinadas a aparecer en la mesa en momentos distintos ( las cigalitas estaban simplemente salteadas con sal, aceite de oliva virgen extra, cebollino y perejil), la primera, como entrante frío y las segundas, como aperitivo para ir abriendo boca, se unieron en un mismo plato. De hecho, esta clásica sopa fría de puerros es fácil de combinar con muchas otras cosas y me parece una lástima que se la haya arrinconado en las cocinas domésticas y los restaurantes. A veces la tomamos con un toque de manzana ácida y apio, para calmar la sed y el hambre de una sola tacada.:

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En primavera, la hemos combinado con fresas, bombones de queso de cabra y trigueros:

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En esta ocasión su acompañante es un pequeño marisco  que, si bien, no es el bogavante o la langosta que yo le hubiera añadido, cumplió muy dignamente su función.

Ya lo dijo Montalbán: Comer o no comer es una cuestión de dinero. Comer bien o comer mal es cuestión de cultura.

Y dicho esto, pasamos a la receta de esta vichissoise que espero que os anime a reinterpretarla como más o apetezca. Buen provecho!

 

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