Los soldaditos de Pavía son hoy en día uno de los aperitivos de mayor solera en las tascas más antiguas de Madrid. De hecho, son conocidos los rifirafes continuos para ver quién se lleva la palma con la mejor fritura. Pero nunca llega la sangre al río, aunque si el cliente a la barra que goza de este trocito de bacalao rebozado acompañado de pimiento rojo y un poquito de historia.
En algunas zonas de Andalucía, donde también se comen estos trozos de bacalao desalado en honor a aquellos que lucharon contra los franceses en la famosa batalla de Pavía, se estila esta fritura, con algunas variantes, como no podía ser de otra manera ( en algunos casos se pone a marinar el bacalao con aguardiente y limón.). La ciudad que da nombre a estos soldaditos comestibles ha pasado a la historia, pues, porque pertenecía al Milanesado o Ducado de Milán, una parte de Europa codiciada por españoles y franceses que aspiraban anexionarla para hacer frente al poderío de Carlos I de España, nombrado ya emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. De rojo y amarillo vestían aquellos húsares, al igual que lo hacen hoy estos deliciosos soldaditos de Pavía. Como siempre, las recetas más antiguas no permiten bucear en una parte de la historia, es nuestro álbum de recuerdos y sabores. De ahí parte de su encanto.
Con la conciencia clara de que este Domingo de Resurrección también pasará a la historia porque la pandemia se ha llevado por delante miles de vidas humanas y ha vaciado las calles del jolgorio de una primavera renaciente, hago este aperitivo para compartir con las tres almas apenadas que han quedado confinadas en esta casa, con la mirada puesta en ese día incierto en que se abra, por fin, la puerta y entre por ella, como en un alegre portazo de verano, el aire limpio y tu sonrisa.