Seguramente habrás oído hablar de este postre habitual en la cocina de Oriente Medio. Desde Grecia a Turquía, pasando por Siria, este dulce tradicional preparado a base de una masa de nueces, pasta filo y miel, acompaña a las ocasiones especiales, las celebraciones y los momentos en que se festeja en comunidad.

El baklava no es un postre complicado, sobre todo si ya tenemos la pasta filo preparada, como en mi caso. Basta un paquete de unas 10/12 hojas, un poco de mantequilla diluida, frutos secos y miel para conseguir  en pocos minutos un postre de lo más vistoso. Nosotros, además, le hemos añadido un poco de chocolate. Ya se sabe que las recetas siempre están abiertas a las reinterpretaciones.

Tú puedes adaptarla a tus gustos. Sólo debes ser prudente a la hora de manejar las hojas de pasta que son extremadamente finas y se secan con rapidez. Tienes que tener la precaución de taparlas con un paño húmedo mientras preparas el resto de cosas, pincelas las hojas con mantequilla, precalientas el horno, etc. Por lo demás, es un postre o merienda que aporta muchos nutrientes interesantes ( no olvides nunca los frutos secos y la miel) y tiene una textura crujiente muy interesante para aquellos que ya están cansados de las cremas o los bizcochos blandos. La única pega: es extremadamente empalagoso,  como todos los dulces de la gastronomía árabe o del Mediterráneo oriental, por lo que, o bien reduces las cantidades de azúcar y miel, o comes proporciones muy pequeñas.

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En cualquier caso, es un postre con una tradición culinaria de miles de años, una manera de entender la repostería distinta a la Occidental y eso me parece razón suficiente para probarlo. Un viaje a los sabores de Las Mil y una Noches. Ya nos contaréis:)