Los días se empiezan a acortar ya a estas alturas del verano, la sombra de las cosas es cada vez más larga y el frescor que dejan, más liviano. Con todo, las huertas siguen su camino hacia la plenitud y enseñan berenjenas moradas, blancas y ralladas como pendientes de gitana, largos y pesados. Hay tantos tomates por todas partes que a veces uno teme lo peor: que a alguien se le ocurra una multitudinaria guerra a tomatazo limpio. Odio esa roja y sucia semibatalla, por muy vegetal que sea. También la falta de compasión y las cargas de tomates contra los malos (?) actores .Ese no debería ser nunca el fin de los sobrantes de tomate.
Mientras estén con nosotros, pues, los mejores tomates y las mejores berenjenas, aquí habrá recetas con estos dos ingredientes que estarán llenas de sabor, eso seguro. Como esta que os sugiero hoy. Una mezcla fácil de tres sabores infalibles: berenjena, tomate frito casero y quesos frescos. De hecho, esta elaboración es de “reciclaje” o de “aprovechamiento” porque surgió encadenada a una anterior receta hecha con queso cottage y, como siempre, con una buena dosis de nuestra salsa de tomate frito.
Ensalada de judías, tomates, anchoas de Santoña y queso cottage.
Si tienes lista esa deliciosa salsa de tomate, prepararla te llevara escasamente 20 m. Es una norma básica en verano, usar productos frescos, cocinar con antelación y dejar que las cosas vayan adquiriendo sabor en la nevera para que nos refresquen cuando lleguemos de pasar el día al aire libre. Estas berenjenas tienen esas tres características y pueden comerse tibias, calientes o en frío. En cualquier caso, si eres un fan de las hortalizas de verano,esta es tu comida ideal para hoy:)