Nada como un buen tomate frito casero. Esta es una receta que se hacía en casa de mi abuela durante el verano, momento en el que llegaban los tomates, los pimientos, las berenjenas y las cebollas a canastos. Mi madre la repetía siempre que podía, le encantaba poner ollas enteras de tomate frito al fuego y se lo comía incluso frío con un poco de pan o un huevo cuajado.
Yo intento ser fiel a su receta tradicional porque me parece que el tomate resultante es espectacularmente sabroso y tiene, además, la ventaja de servir para innumerables platos. Como todo lo que pasa de generación a generación y nunca quedó escrito, puede que ahora tenga variantes, detalles diferentes que marcan mi modo particular de cocinar o los elementos a mi alcance. Con todo, espero que os guste y que, sobre todo, la encontréis práctica, ahora que empiezan los madrugones, las carreras y queda poco tiempo para cocinar. Mi consejo es que aproveches esos últimos tomates maduros que te traen los amigos, la familia o que compras por ahí a cuatro duros. Si te entretienes una tarde y pones botes de tomate frito en el congelador, te aseguras un montón de platos hechos en cuestión de minutos, será como tener el sol del verano siempre a mano para que tú y los tuyos disfrutéis de una buena carga de vitaminas y una increíble explosión de sabor.
En mi casa utilizo los pimientos italianos muy a mi pesar, porque lo ideal sería utilizar aquellos “pajaritos de la huerta, pimientos pequeños y dulces, sin apenas piel, que se cultivaban en Chiclana de la Frontera ( Cádiz) allá por los 70 y 80.
Ingredientes:
2/3 kilos de tomates maduros
Una cebolla bien grande
3 dientes de ajo
Un par de pimientos verdes
La mitad de un pimiento rojo
Hierbas aromáticas de tu gusto: orégano, tomillo, hierbabuena, albahaca…
Sal, pimienta y aceite de oliva virgen extra.
Preparación:
En una olla o cazuela grande pon el aceite de oliva y espera que se caliente.
Sofríe lentamente la cebolla cortada en juliana y los ajos laminados.
Sofríe, después, los pimientos rojo y verde, lentamente, que quede bien tierno.
Mientras tanto lava los tomates y córtalos en trozos pequeños. No es necesario que les quites la piel.
Añade al sofrito de la cebolla, ajos y pimientos los tomates cortados.
Añade un poco de sal para que suelten el agua y acelerar el proceso.
Añade la hierbas aromática que te guste. En mi casa se usaba orégano o hierbabuena.
Tapa la olla y deja cocer el tiempo que haga falta- mínimo dos horas- a fuego lento.
Una vez bien reducido y sin agua, pásalo por un chino para eliminar las pieles.
Guarda en la nevera, el congelador o prepara botes de conserva para que puedas utilizarlo en diferentes recetas cuya salsa base sea el tomate frito: pasta, arroz a la cubana, bacalao, albóndigas, etc. Os dejamos con unas cuantas ideas. Buen provecho!
Albóndigas con tomates y noodles de arroz
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septiembre 16, 2015 @ 08:16
Riquísimo… para volverse loca mojando pan!