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Biografía
Bodega Monumental foto sepia

BODEGA MONUMENTAL: BODEGUEROS DE TRADICIÓN

Bodega Monumental sants barrio

La Bodega Monumental abrió sus puertas en 1937 frente a la plaza de toros de Barcelona que llevaba este nombre. La ciudad estaba para pocas alegrías, pues la contienda  civil no había hecho más que empezar y pronto la carestía de todo lo esencial,  incluida la costumbre dominical de reunirse a tomar un vermut en bares y bodegas, se tornaría  un lujo que muy pocos podrían permitirse. Con todo, la familia de Manel Cespedosa,  con quien  hoy conversamos, resistió a pie de plaza hasta los años 80, fecha en la que cerraron el local de la calle Marina para reabrirlo hace muy poco con fuerzas renovadas.

Bodega Monumental historia y vermuts

La Bodega Monumental de la calle Creu Coberta, en pleno barrio de Sants, concretamente, al lado de su gran mercado, vio la luz hace 7 años con muy buen acogida por parte del público local.  Con amplios comedores, detalles típicos de las bodegas de barrio y antiguas casa de comida, la Bodega respira ambiente familiar y acogedor. Mesas  de mármol y sillas de madera sencilla, azulejos azules, algún recordatorio al ambiente portuario y una amplia barra que no debe faltar en estos templos del  granel y el tapeo de a pie, un  interiorismo que  no adolece de excesos de cartón piedra. Sin embargo, sí abundan los recuerdos al pasado; el lugar está plagado de fotos de la familia fundadora e imágenes del famoseo que ha pasado por allí, a pesar del apabullante apogeo de los radiantes gastrobares. Ya se sabe que una cosa es lo que se predica, o se vende, y otra muy distinta, los santuarios de uno.

Bodega Monumental comedor

Hoy la  Bodega Monumental  vuelven a estar en “boca de todos”. Es un monumento a una tradición culinaria que se desvanece, un signo de identidad, motor sociocultural  de los  barrios, como lo son los mercados y los  fueron los colmados en vías de extinción. En una progresión culinaria que es, como en  todos los ámbitos culturales, pendular, se palpa una  revisión de los cimientos, es posible detectar entre las gentes del mundillo  gastronómico y el simple ciudadano de a pie, cierto “hambre” de autenticidad, de búsqueda o de reencuentro con  aquellos recetarios casi desaparecidos que, si bien, conviven con las actualizaciones que el paso del tiempo conlleva, llenan de cierta sensación de seguridad al comensal acostumbrado a aceptar cualquier propuesta sin rechistar, pero, con cierta desafectación, cuando no mal disimiludo hartazgo. En lo más hondo, el cliente está deseando volver a casa, a esa confortable mesa en la que a uno le sirven por su nombre tras un saludo amistoso.

Y ahí estábamos nosotros, charlando con Manel, nuestro anfitrión en esta Bodega Monumental del siglo XXI, enseñándonos su vida en imágenes para luego degustarla.

Bodega Monumental foto sepia

 

Bodehga Monumental

Teníamos la opción de un menú de mediodía de lo más apañado por 18 euros, una serie de ofertas de tapeo y vermuts que se anuncian en la fachada, y una carta a la que se añaden varios platos del día. Nos decantamos por comer a la carta no sin antes dejarnos aconsejar y pedir un par de vermuts de la casa y una copa de vino de las que se ofrecen si uno no quiere pimplarse la botella entera.

Bodega Monumental vino1

La carta es un compendio de platos de siempre con un lógico apartado dedicado a los bacalaos barceloneses, otro a los arroces, las albóndigas, los calamares rellenos, los caracoles y los canelones de la yaya- !que no falten en las casas de comida¡-, el rincón de la montaña donde  los pies de cerdo se codean con  la ternera y las espalditas de cordero en una especie de comunismo gastronómico a la catalana, tablas de embutidos y quesos del país y aquellos picoteos que gustan a todo quisqui como son las croquetas y las bravas muy picantonas que piden vino y servilleta a mano, más un apartado de salsas muy simpático,  porque a nadie se le ocurre ya que un comensal quiera suplemento de allioli o de romesco para  mojar pan o embadurnar su patata al caliu con un buen pegote de salsa. ¡Qué triste es el presente del salseo clásico en las grandes urbes!

Bodega Monumental olivas fritas

Manel Cespedosa, nieto de los fundadores de esta bodega, nos aconseja unos entrantes que ya llevan el sello de la contemporaneidad. ¡Nadie está a salvo de la alargada sombra de Arola! Llegaron unas aceitunas rebozadas que tenían su gracia, pero que para mí resultaron una pizca saladas por razones obvias. Todo lo que pasa por el fuego y es ya de por si salado, eleva al cubo su salinidad. Más vermut para celebrar que no tenemos la tensión alta.

Bodega Monumental bravas perfecto

Los langostinos rebozados con arroz vietnamita estaban muy jugosos, y crujientes, claro está, así que, bravo por el dueño de la freidora. Las bravas, geométricamente hablando, tienen derechos de autor, pero confieso que estaban logradas. Los saquitos de morcilla en pasta brie estarán ya demodés para algunos lectores más foodies que nosotros, pero, ¡qué buenos estaban!. Si no tenéis que ir al dentista después de comer ni dar  conferencia alguna, pediros al menos un par.

Bodega Monumental langostino arroz vietnamita

Bodega Monumental saquitos de morcilla

Con todas estas cositas nos zampamos todo el pan de cristal untado con tomate. Somos muy panarras y nos gusta el pan cristalino y crujiente como una tapita más. El próximo día le digo que me ponga una latita de anchoas de la casa para acabar de redondearlo. La Bodega Monumental tiene un laterío propio nada desdeñable.

Bodega Monumental rabo de toro

Después llegó el rabo de ternera  que nunca perdono,  porque mi carne pide más carne, soy omnívora malgré tout y mi deseo secreto es rebañar la carne que se pega a los huesos, sea en carrilleras o rabos de toro, vaca o cerdo. Estos llegaron ya deshuesados y envueltos en pasta muy fina, reducción de su salsa y un pelín de puré de patatas ( Parmentier en la actualidad). Rabo, pues, y vuelta al ruedo.

Bodega Monumental arroz de la tere1

Vuelta y ovación también  se llevó el arroz de una tal Tere que hacía aquellos arroces de diario, sabrosos arroces de la nevera en cazuela de barro, al modo catalán, para disfrute de clientes, amigos y familiares. A saber, ese día constaba la cazuelita de unos calamares y unas salchichas bastante especiadas que le daban un puntito de alegría. El arroz me atrevería a decir que era  un carnaroli- variedad de arroz que se usa bastante hoy en día fuera ya de su risotto natal- para conseguir melosidad y obtener un justo punto. Ya se sabe que la cazuela de barro mantiene el calor residual y  el arroz sigue cociendo en su fondo mientras reposa en la mesa. El logro es hacer que cuando la cuchara se hunda solo quede el puntito necesario de caldo y un arroz sueltecito. Este era el caso y no digo más.

Bodega Monumental postre 1

Para acabar, esponjoso de crema catalana con helado de turrón. Una mano tendida hacia el Levante, que es principio y fin de este continuum culinario tan mediterráneo, tan ancestral, tan “de bodega”. Larga vida, familia.

Precio medio por barba sin vino: 30 euros.

Menú de mediodía: 18 euros.

Bodega Monumental fachada


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Por Ines Butrón
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