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Biografía
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¿Qué es comer sano? J.M. Mulet. Ed. Destino.

¿Qué es comer sano? es el último libro de J.M. Mulet, licenciado en química y doctor en bioquímica y biología molecular, profesor de biotecnología en la Universidad de Valencia, divulgador científico y autor, entre otros libros, de Comer sin miedo, cuya reseña aparece también en este blog. La pregunta que encabeza el libro es realmente de difícil contestación ( aunque muy atractiva desde el punto de vista comercial)  dada la avalancha de información- por llamarla de algún modo- que  nos bombardea constantemente,  y porque cada quien tiene un estilo de vida y unas condiciones físicas distintas que le inducen a comer de una manera u otra. Los que cocinamos para una familia  sabemos bien que lo que es bueno/necesario/ aceptable para  un adolescente  deportista no lo es para  una señora de mediana edad o  para un  abuelo hipertenso, por no hablar de las muchas ocasiones en las que la dieta se complica porque se cocina para personas con diabetes, celiaquía  o en tratamiento de quimioterapia. La cocina familiar es, entonces, un encaje de bolillos en el que comer sano es una verdadera prueba de fuego para quien esté al mando de los fogones.

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La mayoría de nosotros no tenemos  ni capacidad,  ni conocimientos como para rebatir todas las nuevas  afirmaciones, con o sin fundamento, en las que tenemos que basar nuestra dieta. Los que ya tenemos cierta edad, además, hemos vivido etapas en las que se decía que  el aceite de oliva no era la grasa más saludable, la margarina era la mejor merienda para los niños, el pescado azul era graso y nocivo, los huevos,  una bomba de colesterol, y ahora que la carne de cerdo es blanca como una pechuga de pollo,  etc, etc. En una situación tan desquiciante es difícil que un consumidor pueda elegir con certeza aquello que le dañará menos la salud y acaba teniendo miedo y siendo muy manipulable,  como bien dice el autor en su epílogo. Si a esto le añadimos que cada vez  cocinamos menos porque dejamos esa pesada tarea en manos de la industria alimentaria, tenemos el terreno abonado para que nos la cuele cualquier campaña de márqueting.

Porque, en definitiva, todos estos libros de dietistas y nutricionistas que funcionan tan bien están sustentados en la necesidad de una «salvación alimentaria«, necesitamos un mesías que nos guié en esta jungla de contradicciones, disparates, aberraciones y  teorías conspiratorias en las que se teje una red de envenamiento global que no tardará en llegar en forma de apocalipsis alimentario. El pasado, que nunca fue mejor, ha sido idealizado, y lo natural, sobrevalorado y explotado hasta el infinito por las agencias de comunicación y márqueting  que lo colocan en todos los productos para no manchar nuestras flamantes, tecnificadas, vacías  e impolutas cocinas.  Ya nadie sabe que de «cosas naturales» como las almortas murió mucha gente de latirismo en este país y que la leche de las vaquerías – la recién ordeñada y  fresquísima leche sin pasteurizar-   se «bautizaba» con agua para sacar más beneficios de esa pobre vaca estabulada en cualquier calle de una ciudad española. Solo tenemos memoria para sublimar sabores, no para acordarnos del horror de un chocolate hecho con algarrobas que mi abuela, aunque «lo reconoce como alimento», como bien diría el «reconocido periodista» al que alude Mulet, no quiere ni olerlo.

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Este libro lo he leído de una sentada. Está dividido en 101 mentiras, dudas y engaños sobre alimentación que el lector se podrá imaginar porque  le rodean como moscas: el tema del gluten, los aceites de palma, el azúcar, las grasas trans, los colorantes E y demás venenos, las bebidas vegetales, las proteínas idem frente a las animales, etc, etc. Como ya he dicho antes, no puedo rebatir- ni yo ni nadie que no tenga la formación de Mulet- lo que el autor dice. Diría que estoy casi programada para tragarme cualquier cosa… o no. Y dicho esto y leído lo anterior,  al día siguiente me fui a una gran superficie y me puse a investigar y a observar los carros de los demás mientras yo intentaba comportarme como una consumidora más, solo que algo más chafardera. Solo era un trabajo de campo:)

Además de volverme loca entre los aparatados del «sin» y lo «bio», de contar calorías de panecillos ligths, de dejarme la vista entre miles de etiquetas que sólo puede entender un químico, lo que comprobé es que si no comemos sano es porque en los carros menos del 50% de los productos eran frescos. Niños y adultos se divertían escogiendo snaks ( Desengáñate! Sanks y saludable son  antónimos. Come en la mesa con los demás!) de todo tipo, bebidas azucaradas de todos los colores, cárnicos que no deberían estar en ese estante sino en el del cajón de sastre de los OCNI ( Objetos Comestibles No Identificados). Con lo que se llenaban aquellos carritos de la compra apenas si se podían cocinar cuatro o cinco platos, todos muy básicos y muy repetitivos. La dieta variada y/o mediterránea brillaba por su ausencia y todos se divertían mucho en este festival de la pizza congelada sin gluten o  el salchichón de pavo sin fosfatos.

Conclusión: menos plato y más zapato, que diría el Doctor Marañón. O si lo prefieres, lo que dice Mulet: dieta variada y más ejercicio.  Pero, sobre todo, cocina más.


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Por Ines Butrón
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