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Biografía
TERRAZA ETHNIKO

Ethniko: locales para vivir un eterno verano

Ethnico es un nombre sugerente para este local  barcelonés en el que el verano parece haberse detenido más allá del calendario.  En su terraza  nos reciben un grupo de descamisados amigos que levantan la primera copa de esta noche con esa agradable lasitud que solo el estío deja en la piel más allá del bronceado.  Tal vez porque nos invade la nostalgia,  porque sabemos que ya hemos finiquitado un año más de bochorno y siesta, de salitre, de canículas implacables, nos dejamos caer, relajados, casi felices,  sobre los cojines de estas mesas y sillas de mimbre. Un punto chic, un punto canallesco, desvergonzado. Se acabó el tiempo de no mirar el tiempo, y por eso buscamos sus resquicios.

ethniko club

Visto lo visto, quizás sea Ethniko lo único que nos quedará para saborear aquello que la rutina nos robará la mayor parte del año. Desde primera hora de la mañana hasta el amanecer, con la playa de San Miquel al fondo, la tentación andará por este local de aires ibicencos, tropicales, urbanos, al fin, pero con la mirada puesta en un Mediterráneo que se deja entrever en sus platos, en la gente que pasa, baila, se sienta, come, sonríe. Hay buena sintonía en este maremagnum de gentes y rincones, a veces  con toques más  undergrounds, otras con aires más suaves, como mares del sur metidos en multicolores cócteles que pasan de mano en mano.  En ocasiones,  la energía se  desborda, vibra, el frenesí de la música es ahora un jalapeño que suena desde la atalaya del DJ, o de la garganta de alguien que vino y se dejó la voz y la piel, a veces, simplemente, es Ethniko/a: cada cual en su raza y Dios en la de todos.

ethniko barra-min

Tras la terraza y la barra de los mil colores se abre un enorme espacio, un poco industrial, un poco berlinés, un demasiado anaranjado por la noche ( ¡Dios! No veo los colores de mis hummus!), una mesa grande en el centro y otras más íntimas en la penumbra, tras columnas, cerca de las largas y empinadas escaleras. Todavía no baila nadie, pero la música está ya calentando el ambiente. Ruge el estómago por lo que llega un tiramisú salado con un fondo de aguacate que entra bien, rápido y es de una suavidad agradable, prepara el paladar para seguir degustando colores: semáforo de hummus. Deliciosas las pequeñas pitas con la que acompañar este trío de remolacha, garbanzos- obviamente- y aguacate. Creo que hubiera valido la pena poner en su lugar un babaganoush.  Perfectas las crudités para acompañarlos. La cocina quiere ser healthy, fresca, aromática, oriental y mediterránea, con toques asiáticos cuando sea necesario, latinos, incluso, global, una vez más, interétnica.

comida healthy en ethniko

El tataki adolece de un exceso de cocción, y tal vez, de una cansina y  repetitiva aparición en todas las cartas de la ciudad, a pesar del detalle de las algas y el puré de célerí ( ¡adoro esta raíz!) Pero esto es Barcelona,  y el tataki, como el ceviche,  siempre tendrán  un lugar en nuestro gastronómico corazoncito.  Personalmente, prefiero este carpaccio de calabaza, queso de cabra,  champiñones, toques minúsculos de fresa, wasabi, más guacamole ( ¿su aparición es inevitable en todos los platos?), frutos secos. Lo pienso reproducir … o tal vez no. Amo todos mis dedos.

brocheta pulpo ethniko

Y llega el plato más espectacular de la noche, aquel que levanta ovaciones, revuelo, cámaras: brocheta de pulpo. ¿Y si dejamos que los cefalópodos se reproduzcan y hacemos la brocheta con cualquier otro ser que no esté en peligro de extinción? Con todo, quién lo niega, está buena, y está a medio camino entre los innumerables pinchos de la cultura gastronómica  de Oriente Medio   y el famoso rodizio brasileño, por lo que nadie le negará la multiculturalidad. Puesto que nadie saca su sable de caballero para hacer saltar los pedacitos de pulpo, me entretengo con la parmentier de patata violeta y el bróquil de su base.  Aunque no, no soy vegetariana – hay opciones para todos, eso sí- , porque  yo disfruto más con la tagliata, la ternera asada al estilo italiano, jugosa, quizás levemente marinada.  De postre cheescake de aguacate. Non comment.

Un último gin tónic en la terraza nos devuelve al reloj.


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Por Ines Butrón
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