Casa Delfín tiene más de cien años de antigüedad. Su nombre responde a la tradicional forma de entender la restauración a principios del siglo XX, cuando aún funcionaba el mercado del Born y sus trabajadores tenían por costumbre sentarse a comer entre las 10 y las 11 de la mañana. Es lo que aún llamamos esmorzars de forquilla, pero que cada vez hacemos menos porque la mayoría de nosotros no se levanta a las cuatro de la mañana, ni tiene oficios tan duros como todos los relacionados con el mundo del mercado. De ahí que, cuando lleguéis a Casa Delfín, lo primero que veréis es una pizarra con algunos de los platos tradicionales más emblemáticos que han quedado en esta casa como ejemplo de una auténtica cocina tradicional catalana y de mercado:
Nosotros pudimos probar la tortilla de patatas y cebolla, bien blandita y jugosa, unos pies de cerdo deshuesados con un salteado de setas y espinacas y unas anchoas que siempre son un buen entrante para dar el pistoletazo de salida a una comida.
Aunque los entrantes que siempre triunfan son las croquetas de jamón y las bravas:
Si vais en verano, pedid también boquerones fritos, porque son el pescado de temporada y Casa Delfín quiere hacer honor a su cocina de mercado comprando y ofreciendo aquello que sea de la estación. José Lombardero y Kate Preston, almas maters de este lugar, pretenden que el comensal pueda disfrutar de un el producto que esté en su mejor momento. Ni qué decir tiene que las gambas tienen en este concepto de cocina su mejor expresión:
Con todo, el Born es ahora el barrio gastronómico por excelencia de la Ciudad de Barcelona y los turistas lo inundan todo con una frase que aprenden incluso antes de llegar a ella: paella de mariscos. Por eso, nosotros también probamos el arroz de esta acogedora casa de comidas:
Para mí, sin embargo, habituada a los arroces mediterráneos de todos tipos y a la costumbre tan nuestra de reunirnos en torno a una paella, prefiero comer un buen suquet de pescado. Siempre se agradece que haya lugares como Casa Delfin que puedan ofrecer a propios y extraños lo que es nuestra cocina más humilde, pero también más genuina, aquellos platos de barca que han pasado a la historia, aunque ahora la restauración tienda a utilizar pescados más apreciados por el cliente actual y no los pescados de descarte de antaño:
Si para rematar la comida buscáis una buena tarta de queso, en Casa Delfín la vais a encontrar porque Kate es una repostera fantástica.