El antropólogo Faustino Cordón publicó un interesante libro en 1979 titulado “La Cocina hizo al hombre.” En este innovador trabajo el fuego es el elemento civilizador y todo cuanto ocurrió en torno a él nos convirtió en lo que somos: desarrollamos la palabra, impulsamos la creación de núcleos sociales estables, establecimos lazos afectivos, jerarquías, ritualizamos y sacralizamos el alimento y el acto mismo de comer. Después vendría el placer, el placer compartido, y más tarde, la mesa, sus ornatos, su humildad o su riqueza, los cubiertos de madera, barro cocido o lujosa plata, el arte de trinchar y los tenedores ingleses para los aristócratas, la loza del campesino para el agua y el vino, la olla de migas sobre el trébedes y el pan de los pastores como humilde cuchara, la cristalería de Murano o Bohemia, el hilo, las frutas y las flores.
Pero sencilla o sofisticada, pobre, suntuosa, refinada o rústica, la mesa tiene aquí y allá la misma función comunicativa y la misma riqueza simbólica, porque la comida no ha sido ni será nunca una mera cuestión fisiológica.
En este sentido, los profesores de antropología de la alimentación Mabel Gracia y Jesús Contreras enumeran en su libro “Alimentación y Cultura. Perspectivas Antropológicas”, un listado de 20 funciones socioculturales de la alimentación. A saber:
1- Satisfacer el hambre y nutrir el cuerpo.
2- Iniciar y mantener relaciones personales y de negocios.
3- Demostrar la naturaleza y extensión de las relaciones sociales.
4- Proporcionar un foco para las actividades comunitarias.
5- Expresar amor y cariño.
6- Expresar individualidad.
7- Proclamar la distintividad de un grupo.
8- Demostrar pertenencia a un grupo.
9- Hacer frente a estrés psicológicos o emocionales.
10- Significar estatus social.
11- Recompensas o castigos.
12- Reforzar la autoestima y ganar reconocimiento.
13- Prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades físicas.
14- Prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades mentales.
15- Simbolizar experiencias emocionales.
16- Manifestar piedad o devoción.
17- Representar seguridad.
18- Expresar sentimientos morales.
19- Significar riqueza.
Y es que la comida y la comensalidad ocupan en este momento a los antropólogos de la alimentación, pero también llenaron versos de poetas que supieron ver como en torno a la mesa creamos nuestro propio microcosmos, crecemos, envejecemos y, con un poco de suerte, conocemos la dicha.
Este mueble familiar, con figuras
En torno, es quien gobierna la casa.
El acoge a los padres y a los hijos;
Acoge al pan, al vino y a la fruta,
Al mantel, las botellas y los platos.
La misión de la mesa es apostólica.
Ante ella, soy más que un comensal;
Soy una clara fuente que medita,
Unas manos que luchan, que trabajan,
Un corazón que adora el universo.
No sólo las espigas y las uvas
Sobre la mesa están. También se hallan
Los días y las noches, las llanuras
Y las montañas. Junto a la mesa
Miro a los patriarcas y los ángeles;
Reviso la tierra, el aire y las estrellas.
La blanca leche, la dorada miel,
Las transparentes aguas del vaso,
En su tablero cantan amorosas.
Tierna, sagrada mesa; nunca alejes
De ti la vida, el gozo, la esperanza.
Madre de nuestra prole; no rechaces
Jamás al hombre, a la mujer, al niño.
Reúne, junta siempre, evangeliza.
Antonio Oliva
amplificador guitarra electrica
septiembre 10, 2010 @ 17:36
Muy bueno! Saludos!